Viaje por la Historia
Bernardo Jóvenes deben trabajar con dedicación y pasión

Viaje por la Historia<BR>Bernardo Jóvenes deben trabajar con dedicación y pasión

  Como embajador en Washington acompañó a Leonel Fernández a una conferencia en Miami en la que el gobernante se reunió con René Préval. “Fue la primera vez que un presidente democrático dominicano abrazaba a un haitiano desde que Horacio Vásquez lo hizo en 1929”.

  Bernardo Vega habla de su experiencia diplomática. Cuenta que el congreso norteamericano era controlado por los republicanos por lo que “había leyes que no beneficiaban al país, como el tema migratorio”, pero el principal punto en su agenda fue tratar de atraer  inversiones extranjeras a la República. Logró, además, que el presidente Bill Clinton recibiera a Fernández a través de un cabildeo con Oscar de la Renta que  diseñaba y confeccionaba las ropas a las primeras damas de la Casa Blanca.

            “Como en los tiempos de Versalles el que peinaba a las reinas tenía mucha influencia, De la Renta también. Eso mortificó mucho al Departamento de Estado porque los gobernantes de Centroamérica querían ver a Clinton y no lo conseguían”, refiere Vega.

            Otra de sus conquistas fue la inclusión de Fernández en un viaje de Clinton a América Latina pese a que los norteamericanos lo habían destinado a Barbados con los presidentes del Caricom y Haití. “Tuve que hacer todo un memorándum al Consejo Nacional de Seguridad explicando por qué nosotros teníamos más afinidad con Centroamérica”, expresa.

            En Costa Rica, agrega, Clinton conoció a Leonel y manifestó en voz alta: “¡Tiene que haber algo bueno en nuestra política migratoria porque este señor es Presidente y tiene tarjeta verde! ¿Usted la usa?”.  Clinton y Fernández, narra, “hicieron gran empatía”.

            Entre muchos otros éxitos de Vega como embajador en Washington estuvo la creación de la Mesa Redonda Domínico-Americana, de cabildeo político frente al Congreso norteamericano de dominicanos de origen con derecho al voto, la celebración por primera vez en Chicago de la conmemoración de la Independencia el 27 de Febrero de 1999, con la comunidad dominicana y encuentros con intelectuales de la diáspora.

            Viudo, añorando su terruño, necesitado de un cambio en su estilo de vida, regresó ese año a Santo Domingo y fue designado asesor de la Comisión Negociadora Domínico-Haitiana y miembro de la Comisión Consultiva de la cancillería.

            Considera que el gobierno de Leonel Fernández de 1996 fue el mejor porque “tuvo personalidades como Eduardo Latorre, hizo una reforma importante de semiprivatización de la electricidad, las empresas de Corde, los ingenios del CEA; no hubo mucha corrupción y sí poco endeudamiento externo”.

            “Del 2004 en adelante creció la corrupción, el endeudamiento externo y el aumento de la nómina pública, tres factores muy negativos”, afirmó.

“Final del sendero”. El buzo, nadador, arqueólogo, encuestador, economista, ejecutivo de medios, historiador, diplomático, no descansa. Casi todos los fines de semana se traslada a diferentes zonas del país a convivir con especies marinas como experimentó en Australia, los  mares Rojo y  Pacífico.

            Porque el trabajo cotidiano le absorbe. Madruga,  revisa sus correos electrónicos, la prensa digital y la impresa, va a la Fundación Dominicana de Desarrollo que no solo auspicia la publicación de sus libros sino de otros autores como Carlos Esteban Deive, Marcio Veloz Maggiolo, Guillermo Piña Contreras, José Alcántara,  Hugo Tolentino Dipp, Harry Hoetink, Bruce J. Calder, entre otros. Acude a la  redacción de “La Lupa sin Trabas”, repasa el contenido, asigna temas, se ocupa de asuntos administrativos, escribe el editorial, hace entrevistas y reportajes.    La casa es también oficina, biblioteca, museo, depósito.

            El que en abril de 1998 fue considerado presidenciable junto a otras figuras entre las que estaba  Danilo Medina, no delega la organización de sus archivos personales. En su despacho apenas hay espacio para llegar hasta el escritorio por las cajas que conservan papeles ya clasificados por asuntos. Muestra orgulloso su patrimonio, complacido por el feliz término de una obra, entusiasmado por la que prepara.

            Sus facetas y vivencias en estos 75 años alcanzan para una enciclopedia. Llega a esa edad, dice, “conforme conmigo mismo, con mi vida, mi familia, mis amigos, mi trabajo y con mis aportes a la sociedad. Consciente de que camino hacia el final del sendero, y de los conflictos que surgen cuando desaparece un historiador o coleccionista sobre qué hacer con sus archivos o piezas,  he dispuesto de ellos en vida en la forma que a mi entender beneficia más a la cultura del país”.

            “Todos mis documentos sobre historia dominicana, casi doscientas mil páginas, que busqué y reproduje de archivos dominicanos, americanos e ingleses, ya están disponibles gratuitamente en Internet en cualquier lugar del mundo donde exista ese servicio. Sólo hay que buscar en la página del Archivo General de la Nación donde se encuentra la colección y donde los documentos aparecen  por nombres de personas y por temas. El que otro los use y publique, cuando yo mismo esté pensando utilizarlos, no me preocupa. Lo importante es que estén disponibles para todos”. Donó su colección de arqueología al Centro León y  no puede donar ahora la biblioteca “pues sería equivalente a quedarme ciego”, significa.

            “Estoy orgulloso de mis 14 años en el Banco Central desde asesor, miembro de la Junta Monetaria y finalmente gobernador. Durante mis funciones como embajador ante la Casa Blanca llevaba un diario que luego publiqué por lo que el lector podrá juzgar mis actuaciones”, revela.

            Añade que piensa seguir escribiendo, ya sea en la revista que dirige “o entregando nuevos libros, cuatro de los cuales ya están bastante adelantados”. Recomienda a la juventud  “trabajar con dedicación y pasión en lo que se haya decidido hacer, ser productivos, dejar huellas, contribuir a que nuestra sociedad sea mejor”.

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