Viajeros traen universo de historias

Viajeros traen universo de historias

POR LEONORA RAMÍREZ S.
Hay un universo de historias particulares, de visiones distintas sobre la vida y la situación nacional entre los dominicanos residentes en el extranjero quienes, al pisar la patria en el Aeropuerto Internacional de Las Américas, parecerían renovar ilusiones y recuperar sentimientos que las grandes ciudades a veces son capaces de vulnerar.

Luis Alejandro Jiménez, residente en Nueva York, encaja perfectamente en ese cuadro. Llegó al país ayer y para su sorpresa casi medio barrio, de su natal San Pedro de Macorís, fue a recibirlo.

Ni cabía en la ropa por tantas muestras de cariño. «Es que el sistema te endurece, aunque no quieras»…contaba mientras un cuñado lo interrumpía con otro abrazo «cómo tú tá cuña, cuñao…pero tú te ves fuerte cuña «…

Al retomar la conversación explicó que sintió un tremendo calor humano, y que en el año y medio que tiene en esa ciudad pudo comprobar que allí hay que ser desconfiado porque cualquier persona te puede engañar. «Hay engaño, tú no puedes confiar en nadie, aquí se sabe para qué da cada quien, allá no».

VINO PARA  HACERSE RICO

A Roberto Díaz, procedente de Nueva York, no le interesa hablar de fechas, estancias ni proyectos futuros. Simplemente quiso resaltar que en estas navidades se meterá a político para tratar de hacerse rico.

«Lo único que yo quiero para mi país es que eche para delante no importa quién esté gobernando, porque esta tierra no es de los presidentes, es de los dominicanos».

«NI MUY… NI TAN»

Elena Rosario vive en Puerto Rico desde hace 12 años, le parece que las fiestas navideñas son más alegres en la República Dominicana, y como tal tiene una apretada agenda en su estancia de dos semanas.

Ella trabaja en un gimnasio y en un restaurante, y sobre los problemas del país entiende que el económico es el principal, «pero dicen que los políticos no se portan muy bien, pero según lo que yo oigo las cosas no están ni muy, muy, ni muy tan, tan».

«EN SAINT CROIX  NOS QUIEREN»

Eulalia James vive en Saint Croix, una de las Islas Vírgenes que están próximas a Puerto Rico. Tenía dos años sin venir y aprovechará para «visitar a mis amistades».

Le parece que el país ha avanzado mucho porque «antes uno duraba muchas horas esperando las maletas, pero ahora todo es más rápido en el aeropuerto». Aunque sus familiares, según ella, siempre están al grito por la carestía de los productos de primera necesidad «hay que echar pa lante, hay que estar positivo».

En Saint Croix se siente como una reina porque la tratan muy bien, tanto los dominicanos que forman allí una importante diáspora, como por los nativos que tratan con mucha consideración a los oriundos de esta tierra.

«Allá no hay discriminación, al dominicano que llega lo tratan bien y se pueden conseguir buenos trabajos».

«LO TENIA TODO  Y ME FUI»

Wendy Jumelles vive en Nueva York desde hace seis años. A esa ciudad partió con el deseo de superarse y de conseguir sus metas por si misma, sin el empuje de unos padres que aquí se lo daban todo. Trabaja en un hospital como jefa de coordinación del área de patología, lo cual es un gran logro para ella.

La alegría retosa por todos los rincones de su cara, sus familiares y amigos la esperan pero quiere seguir conversando, con un acento dominicano que sorprende porque en la distancia los compatriotas suelen perder ese sello.

«Cuando llego al país me transformo, aunque fuera de aquí si hablo con un boricua o un colombiano se me pega el acento de ellos…pero cuando llego al aeropuerto de una vez me sale el «qué lo que».

Jumelles, quien estudiaba contabilidad en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, tiene la ventaja de ser residente legal, y cuando toca el tema lamenta que muchos dominicanos tengan que esconderse o trabajar por poco salario por el hecho de estar ilegales.

«Este país está muy bonito, los túneles y elevados agilizan el transito…y más ahora que escuché que van a construir un tren que va hasta no sé donde, lo único que espero es que funcione tan bien como el de Nueva York».

«HAY DISCRIMINACION»

Mercedes Pérez es de Los Minas, del municipio Santo Domingo Este, pero vive en la Gran Manzana (en Manhattan) desde hace 13 años. Su relato presenta una cara distinta, pero real, de una de las ciudades más importantes del mundo.

Ella considera que hay discriminación en contra de los hispanos, demasiada burocracia para conseguir el «medi-care», la renta es muy cara, y los salarios (US$6.25 la hora en una fábrica de perfumes) no son suficientes para los gastos allá y la familia que aquí espera.

«Si uno se enferma lo atienden, pero luego te mandan a la casa los «billes»…yo tuve problemas con una pierna y gasté como US$1,000 y todavía debo una parte.

Además, no hay mucho empleo y si no sabes inglés se te cierran las puertas».

Es por eso que, expresó, no intenta llevarse a sus hijos «es que si usted no sabe el idioma se queda por debajo de los americanos, hay que hablarlo bien para ubicarse. Yo en mi trabajo me defiendo con el «good morning», «give me wather» «thanks».

HOJAS DE VIDA

José Jiménez vive en Estados Unidos desde hace 34 años, pero siempre busca la manera de regresar para visitar a su madre y viejos amigos. Se dedica al negocio de las publicaciones, dice que no le mal y que siempre extraña los símbolos de su país natal.

Ameli Paez tiene apenas 14 años, se fue a Nueva York pequeñita y cuando su abuela, Juanita Moronta, la tuvo en sus brazos, no pudo contener las lágrimas.

Aunque la timidez le impide articular palabras, la jovencita dijo sentirse feliz de regresar a la República Dominicana.

Pascual Cano vive en Brooklyn, es de poco hablar y muchas trenzas, de esas que usan los cantantes de «regueton «. «Vine para ver a mis dos hijas».

Leonel Angeli, con un perfil parecido, regresó también para conocer a su hijo de cuatro meses «estoy feliz, vine a verlo, mira qué lindo».

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