Viajes ilegales

Viajes ilegales

Los viajes ilegales desde la República Dominicana hacia Puerto Rico se han convertido en una de las operaciones ilícitas que más frustraciones y víctimas ha generado entre sus «pasajeros», pero al mismo tiempo próspera y rentable para quienes viven de ella.

No hay un medio exacto para cuantificarlo, pero es lamentablemente muy alto el número de personas que han perdido la vida en las agitadas aguas del Canal de la Mona, en temerarias travesías condenadas al fracaso.

Pero quienes pierden la vida no son las únicas víctimas. En esta categoría encajan quienes son capturados en cualquier punto del trayecto o durante el desembarco en alguna playa del destino escogido y tienen que retornar al país que quieren dejar atrás por la falta de las oportunidades que todo humano necesita en estos tiempos modernos; los que aún logrando llegar se convierten, en el mejor de los casos, en trabajadores pésimamente pagados o en parásitos sociales sin empleo ni esperanzas. Y hay otras víctimas que pagan un «pasaje», las montan en una yola y las desembarcan horas después en suelo dominicano, haciéndoles creer que llegaron a Puerto Rico. Esta gente termina con  una terrible frustración, por el engaño.

El número de gente que de alguna manera resulta perdedora en este juego es demasiado alto en relación con quienes logran sus objetivos. Si se toma en cuenta el número de personas que han perdido la vida en estas expediciones, se tiene que caer en la cuenta de que es un precio demasiado alto.

-II-

Pero hay particularidades de este negocio que hacen dudar de la sinceridad de los esfuerzos oficiales para disuadir las expediciones. Es demasiado alto el índice de reincidencia de gentes que dirigen viajes ilegales, lo que indica que jamás reciben el castigo merecido y que, quién sabe de qué manera, logran salir fácilmente en libertad.

Por su naturaleza muy especial, los motores fuera de borda empleados en las rústicas embarcaciones son comprados en escasísimos lugares y trasladados a los puntos donde van a ser instalados, pero, según parece, hay poco seguimiento de parte de las autoridades para tener control del movimiento de estos equipos y de quienes los adquieren.

Los viajes ilegales tienen muchas vertientes. Una de sus motivaciones es la falta de oportunidades que atormenta a muchos dominicanos, y la otra es la actitud de muchos oportunistas que ganan dinero a costa de los que necesitan mejorar sus condiciones de vida. En medio de estas dos vertientes parece haber complicidades que facilitan las salidas de las embarcaciones y la excarcelación de los organizadores de viajes.

Mucha gente se desprende de propiedades para obtener el dinero necesario para pagar un «pasaje» en yola hacia Puerto Rico. Inexplicablemente, la gente reúne y paga cantidades que permitirían establecer cualquier pequeño negocio para ganarse la vida. La necesidad, que es la que aconseja, sigue teniendo cara de hereje.

Definitivamente, las autoridades tienen que actuar para disuadir los viajes ilegales, creando oportunidades para hacer que la gente desista de los mismos, pero sancionando de manera ejemplar a quienes los organizan y a sus cómplices.

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