Vibrantes grafitis cambian el rostro a Bogotá, ciudad gris

Vibrantes grafitis cambian el rostro a Bogotá, ciudad gris

Bogotá. Una larga secuencia de vibrantes murales saluda a las personas que se dirigen desde el principal aeropuerto de Bogotá hacia las empedradas calles del centro histórico.

Dibujos de granadas con forma de piña y fusiles AK-47 alusivos al conflicto armado colombiano se combinan con monos y mariposas en vivos colores que recuerdan las bellezas naturales del país con brillantes colores de espray. Todo un alivio en medio del cielo gris de la capital andina y la arquitectura monocromática de los edificios de ladrillo rojo.

El arte callejero prolifera en una ciudad de 8 millones de habitantes y actualmente hay más de 5.000 grandes pinturas a lo largo de la capital colombiana. Hasta los turistas contratan visitas guiadas en bicicleta para ver los dibujos más espectaculares.

Pero la explosión de los grafitis en Colombia surge de una tragedia. En 2011 la policía mató de un disparo al grafitero Diego Felipe Becerra cuando plasmaba su marca Félix el Gato sobre una pared.

El alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, respondió despenalizando la pintura de grafiti e incluso ofreció varios edificios públicos como lienzo donde plasmar sus obras. La iniciativa recibió un espaldarazo del cantante canadiense Justin Bieber, quien se detuvo a pintar en las paredes de Bogotá después de un concierto escoltado por la policía en 2013.

 

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