Vicecónsules en Nueva York

Vicecónsules en Nueva York

PEDRO GIL ITURBIDES 
Hablo por boca de ganso, pues no estoy entre quienes tuvieron acceso a la rueda de prensa en la cual fue entrevistado el Presidente de la República, doctor Leonel Fernández. Repito, sin embargo cuanto me han transmitido, puesto que más de un amigo afirma que el mandatario justificó el gran número de Vicecónsules dominicanos en la ciudad de Nueva York. Por nueva vez, por consiguiente, conversaré con ustedes respecto de las diversas estimaciones sobre el ejercicio del poder político.

Joaquín Balaguer inició su gestión de 1966 propiciando una extraordinaria reducción del gasto corriente. A lo largo del cuatrienio siguiente, y en otros dos posteriores, el gasto de administración del Gobierno Dominicano tuvo etapas en que únicamente alcanzó el 35% del ingreso total del fisco. El ahorro resultante lo dedicó a la inversión. Por ello creció un sistema económico basado en la generación de negocios, y ello repercutió sobre el nivel de generación de empleos. Tan irreductible y tenaz fue en su punto de vista, que prefirió pelearse con el reformismo apenas se juramentó el primer día de julio de aquel año.

Hizo posible, además, una incipiente forma de desarrollo económico, con lo cual catapultó una pujante clase media. Los gobiernos que lo sucedieron se han dedicado a destruirla. Ni siquiera él, en su retorno al poder en 1986, repitió aquél modelo, en cierta medida porque lo consideró innecesario.

Aunque también, porque limitado en sus condiciones visuales, fue víctima de varios de cuantos lo rodearon.

¿Pero cómo han destruido esa clase media aquellos que lo sucedieron? Haciendo oneroso el costo operativo del Gobierno Dominicano. Porque es conveniente que sepamos que el Gobierno Dominicano tiene un costo, no solamente calculable en la cuenta del gasto de personal. También en el dispendio de que hacemos gala en objetos y cuentas diversas de gastos no personales. Al sobrecargar el valor de operaciones, es decir, al hacerlo costoso, el Gobierno se convierte en una rémora para el sistema económico.

Para sobrellevar la carga se recurren a expedientes como el financiamiento por endeudamiento, por mora en el cumplimiento de obligaciones y mediante la aplicación de nuevos o más altos gravámenes. En los últimos veintisiete años se ha recurrido en demasía a cada uno de estos instrumentos. Por eso somos más pobres, estamos más endeudados y se tornó insoportable la carga tributaria. Porque el costo financiero de la Administración Pública está por encima de las posibilidades del país.

La explicación ofrecida por el Presidente Fernández en la rueda de prensa refleja la percepción que tiene sobre el manejo de las cuentas públicas. El número de Vicecónsules designados en el Consulado General de la República Dominicana en Nueva York, me dicen que dijo, guarda relación con el número de directivos de su partido en esa ciudad. Como éstos son muchos, son muchos aquellos a quienes se les debe designar. Pero se rotan, explicó. Duran un tiempo en el cargo y son sustituidos por otros, que pasan a ocupar las posiciones creadas.

Por supuesto, al país se lo está comiendo el león. Mejor dicho, lo están royendo entre ese costo elevadísimo del Gobierno Dominicano, el servicio de la deuda y otros gastos. Ellos en conjunto impiden que se genere ahorro público, y por ello muchas obras de infraestructura social se encuentran inconclusas. Algunas fueron iniciadas en el último gobierno del doctor Balaguer. Otras, en la anterior administración del propio Presidente Fernández. Y cuanto es peor aún, algunas no tienen visos de que puedan ser concluidas en muchos meses por venir.

Mientras tanto, quienes pagan el innecesario número de Cónsules y Vicecónsules Generales en muchos lugares, son los usuarios de los servicios.

Para muestra, el botón de Nueva York.

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