Vicente Sobrevela – El señor se llama Kissinger: )lo conoce usted?

Vicente Sobrevela – El señor se llama Kissinger: )lo conoce usted?

Durante estos años de ejercicio periodístico he tenido la oportunidad -como la gran mayoría de mis contemporáneos comunicadores- de reportar acontecimientos que van desde hechos trágicos hasta situaciones humanas, sociales que nos han causado mucha satisfacción y agrado.

Las trágicas, desagradables e impactantes, aún permanecen latentes en nuestra memoria.

Entre esos acontecimientos trágicos que tuvimos la responsabilidad de cubrir, aún recordamos claramente el que se presentó en el caso del Regina Express, en donde 22 personas perecieron asfixiadas al intentar viajar ilegalmente en el interior de esa embarcación, que permanecía anclada en el muelle de Santo Domingo.

Otro caso impactante fue la situación que se presentó en 1982 cuando una granada explotó en el interior del edificio de la Junta Central Electoral (JCE), durante el proceso de elecciones en discusión, matando a ocho personas.

También la muerte del cambista Héctor Méndez y su chofer Napoleón Reyes, así como la muerte de los hermanos de la Cruz Gálvez. La huelga general durante el gobierno del ex presidente Salvador Jorge Blanco, donde perecieron más de 200 personas, para citar algunos.

Esos y otros hechos acaecidos en el país, marcan la vida de cualquier comunicador social, especialmente los que por el ejercicio de la profesión estuvimos en el lugar de los acontecimientos y reseñamos esos hechos.

Existen otros casos, menos graves y algunos que pueden resultar hasta graciosos, que en ocasiones tenemos que vivir los que continuamente hemos tenido la dicha de hacer pleno ejercicio de la profesión.

Estos relatos los traemos a colación, porque recientemente fuimos testigos de otro hecho, pero esta vez nos estremeció con mayor dureza, no por lo crudo y trágico del acontecimiento, sino por el asombro que nos causó cuando pudimos observar el grado de ignorancia y el descuido de muchos jóvenes comunicadores en el ejercicio de la profesión, que a juzgar por sus acciones, demostraron claramente que mantienen grandes lagunas al momento de ejercer plenamente el periodismo.

Causó asombro ver como una personalidad de renombre internacional, e incidencia nacional, una de las primeras figuras política de los Estados Unidos, pasaba por desapercibido ante un grupo de periodistas, la mayoría sociales, cuando éste, acompañado de otros figuras nacionales, asistía a una actividad que se llevó a cabo en el Palacio Nacional recientemente.

Nos apenó ver como la figura del secretario de Estado Norteamericano Henry A. Kissinger, acompañado del afamado diseñador dominicano Oscar de la Renta, pasó desapercibido cuando ambos asistían a la cena de gala de navidad en el Palacio Nacional. El 90 por ciento de los comunicadores presentes ignoraban que se trataba de Kissinger, que caminaba junto a Oscar de la Renta.

Me resultó curioso escuchar cuando más de un comunicador y comunicadora murmuraban y preguntaban a su reportero gráfico, insistentemente: )Quién es ese viejito?. Y éstos le contestaban: «Yo no se, pero no puedo tirarle una foto que solo salga Oscar de la Renta, porque ese viejito (Kissinger), está muy pegao».

Esa forma tan descortés de identificar a una persona, para ellos desconocida, en este caso a Kissinger. Con esa acción se demostró claramente la deficiencia cultural, histórica y escasa documentación periodística de muchos de los jóvenes que desgraciadamente comparten profesión con comunicadores que han hecho un sacerdocio de su trabajo por su honradez, eficiencia y profesionalismo.

Es preciso que los periodistas de vocación, se nutran y adquieran un mayor interés al momento de ejercer la profesión, y eso solo se consigue con la lectura, capacitación y estudio permanentemente.

Nos apena que estas cosas sucedan, ya que el relevo generacional, debe ser necesariamente mejor, y la oportunidad que se presenta en estos tiempos modernos, con el auge de las telecomunicaciones y la posibilidad de hacer uso de los mecanismos técnicos, y el acceso a las nuevas tecnologías, hace más fácil el desarrollo del conocimiento individual que puede ser aplicado con eficiencia, y poder así mantener de esa forma un manejo y ejercicio cabal de la profesión.

Debemos cuidarnos al momento de ejercer una profesión, y poner mayor dedicación a lo que hacemos, dejando atrás la búsqueda de favores y cosas materiales, evitando utilizar la influencia que ofrece el ejercicio del periodismo, con propósito personales.

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