Vicepresidentas y ex primeras damas: aspiraciones para ellas y sus esposos

Vicepresidentas y ex primeras damas: aspiraciones para ellas y sus esposos

Sin conocerla personalmente, escribo a la distancia sobre una vicepresidenta cuya vida determina que muchos la admiren y otros, aun sin quererlo, la vean con respeto. Hasta sus adversarios reconocen que ella ha influido, para bien o mal, en las libertades de su país. Antes fue, gloriosamente, Primera Dama. Ella ha ocupado altas posiciones, reservadas a la “Elite del Poder” , definida por C. Wright Mills. Aun así, al describirla a ella, la doctrina misógina latinoamericana induciría a concentrar el análisis, prioritariamente, en la carrera política pasada, presente y futura de su marido, expresidente.
Una auto-proclamación formal del esposo, evidenciando aspiraciones para ser presidente otra vez, se percibiría como algo natural no sólo porque tendría ese derecho como otros ciudadanos sino que, además – y sobre todo- sus conciudadanos lo considerarían merecedor de repetir nuevamente en ese puesto, ya que posee atributos de sobra y que logró notorias conquistas en su anterior ejercicio, siempre guiado por la ética. Sin embargo, no necesariamente ocurriría lo mismo, en forma automática, con su esposa, la virtuosa vicepresidenta, que también tendría derecho a ser candidata a la presidencia según la Constitución.
En medio de cruentas luchas políticas, Cupido y Eros actuaron y, a escondidas, surgió un romance a toda prueba con su compañero de siempre. Circunstancias incontrolables los separaron. Ella volvió a juntarse con su pareja después de un tiempo no exento de sufrimientos ni amarguras. Su compañero ya fue presidente. Algunos entenderán que ahora le tocaría a ella, reivindicando la igualdad de géneros. Ella declaró, tajantemente: “La igualdad es un tema por el que tenemos que estar atentos siempre. Tiene que haber un cambio cultural, las leyes, los decretos y las normas ayudan, pero el cambio tiene que ser cultural y siempre es más difícil y más largo”.
Habría que constatar si llegó el cambio “cultural” que permitiría a la vicepresidenta, ex primera dama, ser candidata y triunfar como presidenta si lo deseara. Sobre el candidato de su partido en las próximas elecciones presidenciales ella ha expresado que habría que ver quién “lo puede representar mejor, ese es el dilema, pero también esa persona tiene que tener feeling con la gente, tiene que tener llegada y generar confianza, porque la política es razón y es corazón, las emociones cuentan también”.
Algunos han querido seducir a la vicepresidenta, ex primera dama, para convencerla de buscar la candidatura presidencial. Ella rechaza tales insinuaciones diciendo que al terminar su vicepresidencia retornará a su modesto hogar. También declaró que “no le daría permiso” a su compañero para que aspire nuevamente a la presidencia.
Hemos iniciado escribiendo sobre la vicepresidenta de Uruguay, Lucía Topolansky, opacada mediáticamente por la imagen cautivadora de su esposo Pepe Mujica. Se enamoraron luchando clandestinamente como tupamaros. Estuvieron separados 13 años. Se reencontraron al salir de la cárcel por una amnistía. Juntos pelearon como guerrilleros, juntos rechazaron la lucha armada y juntos triunfaron como demócratas. Sin coincidencias ideológicas, historiadores de Uruguay los mencionarán. Acá la vicepresidenta, ex primera dama Cedeño de Fernández señaló que no usaría nuevamente el sombrero de primera dama, ante un retorno presidencial de su esposo pues “sería un desperdicio” de su capacidad. Ante el contingente veto que los hegemónicos del Politburó del PLD impondrían a Leonel, la sabia Margarita puede haber sugerido, subliminalmente, como salida a la crisis, la boleta “Fernández-Fernández”: Margarita Presidenta-Leonel Vicepresidente. Animales políticos semejantes intercambiarían roles, sin discriminación de género, repitiendo el igualitarismo de los Reyes Católicos: “Tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando”.
En Argentina, dos esposos fueron candidatos al ejecutivo. La mutual Perón-Perón tenía al general como presidente y Evita, con liderazgo superior al de su esposo, como vicepresidenta .Habían luchado y llegado juntos al poder. Los militares y el cáncer obligaron a Evita a renunciar a su candidatura, a pesar del fanatizado apoyo de la poderosa CGT y de sus “descamisados”. Evita era una fuerza de la naturaleza que desbordó su época y su país. Quisieron canonizarla pero un crítico, minimizándola, la definió como “una buena mujer que repartía lo ajeno”. La segunda boleta Perón-Perón triunfó décadas después y Juan Domingo murió en el poder. Isabelita, vicepresidenta y primera dama se convirtió en presidenta, guiada por “El Brujo” López Rega. Heredó un peronismo sangrientamente dividido y el puesto le quedó grande. Su infausto gobierno culminó con la caída de la democracia.

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