Víctima de chismes y rumores;
dice que cayó a sus críticos

Víctima de chismes y rumores;<BR>dice que cayó a sus críticos

POR BOB NIGHTENGALE
Del USA Today
SURPRISE, Ariz.—
Sammy Sosa, parado frente al casillero de visitantes en el Maryvale Baseball Park, pone sus bates en un bulto de los Rangers de Texas. Habla con el encargado del clubhouse Zack Minasian y le dice que le cuide el bulto.

“No lo pierdas de vista”, dice Sosa. “No quiero que le pongan la mano a mis bates”.

Minasian se queda con la boca abierta. Piensa que Sosa está bromeando, pero no hay sonrisas.

“Es en serio”, dice Sosa. “Ten cuidado. No quiero que vayan a echarle un mal de ojo a los bates”.

Minasian se sonríe y le pregunta a Sosa si realmente cree en vudú.

“Uno nunca sabe”, dice Sosa, quien una vez fue atrapado usando un bate con corcho, “pero no me arriesgo. Uno nunca sabe lo que la gente podría hacer. Hay gente celosa por ahí. Me di cuenta de mala manera, papi”.

Sosa se voltea y momentáneamente cierra sus ojos antes de hablar.

“Cuando se es una superestrella, hay mucha gente celosa por ahí”, dice Sosa, recordando sus años de gloria con los Cachorros de Chicago como si hubiera pasado una vida.

“Me iba tan bien en Chicago, la única forma de llegarme era iniciando algo. Me tenían tantos celos que no sabían qué hacer. No sabían cómo llegarme. Me pregunto qué piensan ahora”.

Sosa, de 38 años, ha desafiado al mundo del béisbol esta primavera, unos 22 años después que los Rangers lo firmaron a su primer contrato profesional. Sosa se presentó a los entrenamientos el 23 de febrero como jugador invitado fuera de roster, esperando probar que su temporada fuera del terreno no significaba que estaba acabado.

Por ahora ha callado a los escépticos. El quinto mejor jonronero de la historia está bateando .417 con dos dobles, un triple, tres jonrones, ocho empujadas y un slugging de .778 en 12 partidos de la Liga del Cactus.

Está en gran forma, pesando 230 libras, solo cinco más que lo que tenía en su última temporada con los Cachorros.

Han pasado cuatro años desde su última temporada de 40 cuadrangulares. Sosa está de vuelta no solo para conectar 12 jonrones, pero para seguir jugando que se mete en territorio de Ruth.

“Volví no solo para llegar a 600 jonrones”, dice Sosa. “Quiero más que eso. Pienso en 700 cuadrangulares. Soy un hombre ambicioso”.

Sin embargo, solo le garantizarán medio millón de dólares esta temporada –su contrato más pequeño en 15 años.

“Es algo bello, ¿no?, dice Sosa, quien enfrentó a los Cachorros en un partido de la Liga del Cactus. “Es un gran sentimiento el demostrarle a la gente que se equivocó. Hay mucha gente que dudó de mí, no podía creerlo. Entiendo que estuve fuera por un año, pero denme algo de crédito. Actúan como si nunca estuve aquí”.

Sosa y Mark McGwire recibieron el crédito de rejuvenecer el béisbol en 1998 con su lucha de jonrones cuatro años después que se cancelara la Serie Mundial.

Sin embargo, la última vez que lo vieron en las mayores, cambiado de los Cachorros a los Orioles de Baltimore, bateaba .221 con 14 jonrones y 45 empujadas, perdiendo 60 partidos.

Cuando rechazó la oferta de los Nacionales de Washington, pensando que la oferta era una bofetada en la cara, se volvió un hombre olvidado.

“Cuando dejé este juego”, dice Sosa. “Lo dejé por frustración. Estaba golpeado. Este juego es mental. Si no se puede hacer el trabajo en la mente, vas a tener problemas. Yo no estaba contento. No fue ni más ni menos”.

Los rumores y chismes fueron crueles y falsos, dice Sosa. Sosa señala que nunca ha dado positivo a esteroides. Nunca ha aparecido en ninguna lista farmacéutica ni nada parecido.

Sin embargo, fue agrupado con McGwire, Rafael Palmeiro y José Canseco cuando estuvo en las audiencias congresionales hace dos años en Washington. El testimonio de Sosa, quizás menos nebuloso que el de McGwire, se quedó corto de negar fuertemente los alegatos en el libro de Canseco.

“Nunca he roto las leyes de los Estados Unidos o de la República Dominicana”, dijo Sosa bajo juramento. “Estoy limpio”.
Versión (Dionisio Soldevila Brea). –

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