Víctima de poliomielitis tienen bar que suena bachata y merengue

Víctima de poliomielitis tienen bar que suena bachata y merengue

Kinshasa (EFE).- Bachata, merengue y lingala retumban en los bafles de “El barrio español”, un bar de Kinshasa gestionado por jóvenes víctimas de poliomielitis para financiar sus programas de ayuda y demostrar que, pese a su discapacidad física, son “capaces de todo”.

A primera vista no se diferencia demasiado de otros bares de la capital de la República Democrática de Congo (RDC): “Quartier Espagnol” -”barrio español” en francés- es muy ruidoso y para hacerse escuchar hay que gritar por encima de la música que retumba sin tregua.

Pero su nombre es, inevitablemente, chocante: ¿Qué hace un “barrio español” en medio de Kinshasa?.

La respuesta tiene que ver con cómo se autodenominan los miembros de la Asociación Congoleña para la Asistencia Ortopédica a Jóvenes Discapacitados, dedicada a financiar sus operaciones quirúrgicas y comprar las muletas y los aparatos especiales de metal que les permiten caminar.

“Entre nosotros nos llamamos los españoles”, explica Didier Bofatshi, de 26 años, que lleva las finanzas del bar.

El término técnico “espásticos” era demasiado complejo y fue evolucionando: de “spastic” pasó a “espastic”, y de ahí a “espagnol”.

“Queríamos montar el bar, porque aquí, si eres discapacitado la gente piensa que no sirves para nada ni puedes trabajar -añade Didier-. Queríamos demostrar que somos capaces”.

“Capaces de todo”, remata su compañero Tonton Bayopa, de 31 años, que quedó paralizado por la polio cuando tenía 8 años.

De día, la instalación alberga un taller donde se forjan las muletas y los aparatos de metal que los ayudan a caminar.

Por la noche, el lugar se transforma: se sacan fuera mesas y sillas, se instalan luces de neón verdes y amarillas, y se monta una gran pantalla que muestra videos musicales.

Grandes bafles disparan bachata de Luis Vargas o Kiko Rodríguez, merengue de Fernandito o Toño Rosario, y también viejos y nuevos éxitos congoleños.

Camareros en pantalones cortos muestran sin pudor los hierros que sostienen sus piernas mientras sirven las bebidas; y muchos jóvenes discapacitados vienen aquí a bailar mirándose ante unos grandes espejos que forman parte de la decoración.

“La discapacidad es física, pero no de la cabeza. Podemos hacer muchas cosas, por ejemplo informática”, dice mientras se toma un refresco Fabien Mumbi, de 19 años, que sufrió polio a los cinco.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas