Víctor a la OEA

Víctor a la OEA

UBI RIVAS
En 1974 el entonces jovencísimo y patilloso doctor Víctor Gómez Bergés se aprestaba a terciar por la secretaría general de la Organización de Estado Americano (OEA) y disponía más votos que su más porfiado aspirante, el paraguayo Raúl Sapena Pastor. Alejandro Orfila, peruano, ganó la lie, apoyado por USA, como siempre, y con el voto dominicano, increíble, que el presidente Joaquín Balaguer negó a su colaborador y conciudadano.

ebe entenderse la negativa del doctor Balaguer a respaldar a VGB porque de hacerlo, el que fuera apenas cuatro años antes líder del Movimiento Nacional de La Juventud, su canciller podría convertirse en un líder hemisférico con amplias posibilidades, entonces, de disputarle el liderazgo en los fastos del PRSC.

Eso era inadmisible en un providencial, un paster familia, un etnarca, un mesiánico como era constituida la piquis y la caudalosa megalomanía del doctor Balaguer que entendía la presidencia, como el helicóptero que los transportaba dos veces por semanas al interior del país a inaugurar un maratón de obras imposible de superar jamás, en dos de sus tres juegos preferidos. El otro, era la cultura.

VGB sucumbió por ese amasijo de extrema valoración y autoestima del déspota ilustrago que arbitró el destino nacional por irrepetibles 22 años, avasallando no solamente los derechos individuales de la persona humana, sino achicharrando en la sartén de las conveniencias, todas las variopintas referencias conectadas con los escrúpulos y los principales, incluyendo el desdén olímpico sobre el pedazo de papel aquel que atribuyó a la Carta Magna, el acta de nacimiento de la República rubricada 21 06-11-1844 en San Cristóbal.

Fue el Coctelero, la columna obligada de leer por su pozo de conocimientos del director de HOY del día 8 del presente mes, quien lanza la clarinada de la posibilidad de que VGB se anime y procure reivindicar su añejo sueño, una versión política de El Amor en los Tiempos del Cólera del superbo Gabo que nos deleitó a todos en la década de los 80.

Pero ante ese comentario, VGB, cauto, discretísimo hasta para tipificar las referencias ajenas, veterano de las lides políticas y el berenjenal que es transitar ese terreno Apache por sus celedas y sorpresas, alumno en ese jaez de la universidad de conocimientos y añazagas del doctor Balaguer, ha optado por expresarse con el lenguaje de Dios, con el silencio.

El tiene un curriculum de verdad, como solo Fernando Alvarez Bogaert en el escenario burocrático, habida cuenta de que se ha desempeñado como secretario general de la LMB, titular de Interior y Policía, Finanzas, Educación, Canciller, embajador en El Vaticano, y ha ejercido con extrema discreción su profesión de abogado especialista en asuntos comerciales, obteniendo un apreciable acomodo económico por ese litoral.

Ninguna voz, nunca, se ha levantado para censurarle de indelicadezas vinculadas con manejos turbios en tantos escenarios cúspide que arbitró y se enseñoreó, y lo que también es otro palmarés, sin alterar un ápice su forma amable de conducirse,con la referencia no común de manejarse como un lord en cuestiones atinentes a su finísima educación, tesorero de experiencias acumuladas y también inocultable cultura, todo lo cual administra con la sencillez que le es consustancial.

Faltaría que el presidente Leonel Fernández, que sabe de consensuar como pocos dentro y fuera del ámbito de su PLD, calibre estos valores propios de VGB y avale un comentario a sotto vocce que recorre el país, y catapulte a VGB en la aspiración suya añeja de un logro que merece y que redituaría por demás al país una posición hemisférica importante, por demás, desempeñada con la altura que reputa su denso curriculum sin máculas.

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