Víctor Canto un macorisano extraordinario que ama su tierra

Víctor Canto un macorisano extraordinario que ama su tierra

Víctor Antonio Canto del Giudice sigue siendo el dominicano sencillo, jocoso, enamorado de su pueblo natal, del corte de la caña heredado de sus ancestros y leal a los amigos de infancia a pesar de haber sido asesor de presidentes, vicepresidentes, ministros y candidatos presidenciales exitosos de Estados Unidos.
Es egresado de las mejores escuelas de economía del mundo, fue discípulo de alrededor de 15 Premios Nobel en esa ciencia y demandado para crear e impulsar leyes y proyectos que han favorecido a los más pobres residentes de la tierra del tío Sam, en la que vive desde 1966.
Viaja con frecuencia a República Dominicana, donde conserva la casa que heredó de sus padres, con su inmenso patio sembrado de pan de fruta, caimito, flamboyanes, limoncillo, cajuiles solimán, manzana de oro, hilán-hilán, plátanos, orquídeas, trinitarias y pinos frondosos. Ofrece la bienvenida un antiguo teléfono por el que se comunicaban con el ingenio para ordenar los vagones del día.
Aunque sus hermanas sostienen los negocios familiares, Víctor es otro colono que continúa en la tradición iniciada por Antonio Canto Torres, su abuelo que emigró de España a Puerto Rico y desde ahí a Santo Domingo donde casó con Rosa Dinzey. Su bisabuelo por ese lado era John Dinzey, jefe de máquina del ingenio Consuelo y por el materno fue el italiano Rocco del Giudice que contrajo matrimonio con su abuela Celia de Marchena, hija de judíos sefarditas. Este año fue la zafra número 114 de los Canto.
El motivo de la entrevista fue conocer la historia de este serie 23 ejemplar, no solo graduado con honores en dos carreras universitarias sino íntimo amigo de Ronald Reagan, quien debió a Canto y su equipo de consultores el crecimiento de la economía que se extendió por 25 años; asesor de Margaret Thatcher, “la mujer más intensa del mundo”; de Jerry Brown, actual gobernador de California; auspiciador de la candidatura de Robert Dole para presidente; proponente de reformas en el impuesto a la propiedad, la ley de herencias, de ganancia de la plusvalía y otras; articulista de The Wall Street Journal y cuyos principales clientes en “La Jolla Economics”, su compañía, proceden de la Bolsa de Nueva York.
También para conocer al destacado relacionado de influyentes periodistas y congresistas norteamericanos, al autor de cerca de 20 libros sobre finanzas y brillante catedrático de negocios que habla inglés, francés, italiano y cuyo español no ha sufrido influencias de otras lenguas. Pero la charla es además sobre urbanismo, genealogía, historia y política locales salpicada con su pasión por montar a caballo, comer cangrejo junto a sus compadres y disfrutar de limones, piña, mangos criollos, quipes y pastelitos con sabor árabe.
Todos los hermanos Canto del Giudice fueron educados en Estados Unidos y Europa y no ha disminuido la bonanza económica que exhibió su padre, quien además fue cónsul inglés en Macorís durante casi 40 años. Pero no hay altanería en su trato por esta condición. Son sociables en extremo.
Víctor vivió algunos años en Santiago y recuerda por sus nombres a condiscípulos y Hermanos de La Salle así como los sitios frecuentados. La lista de los alumnos con quienes compartió aulas es amplia.
En las paredes de casi toda la casa está la vida, en fotos, de los Canto, pero también de Víctor que exhibe los retratos de las figuras preponderantes de Estados Unidos con las que intercambia y ha trabajado. Ha trasladado parte de su biblioteca a este histórico domicilio diseñado por Amable Frómeta con detalles en columnas y fachada de Antonio Prats Ventós, que fue de los Tatem y donde vivieron norteamericanos del Central. El padre de Víctor la adquirió antes de 1950.
“Aprendí a aprender”. Víctor Antonio nació el 28 de septiembre de 1950, hijo de Olga del Giudice de Marchena y Víctor Manuel Canto Dinzey, quien en 1966 envió a su único varón al Instituto Tecnológico de Massachusetts pues este quería cursar ingeniería civil. “Me gradué en MIT (Massachusetts Institut of Technology), allá estudió mi hija Victoria, fue la primera combinación padre e hija que se graduaron, y los primeros hermanos fueron Jean y Felipe Vicini en 1948 y 1957”.
A Víctor no le gustaba esa materia, la estudió “por ser la más fácil y la que me daba más libertad para lo que quería hacer… Aprendí a aprender, a tener iniciativa, a educarme, leer libros…”. Pese a no haberla ejercido, el ingeniero civil es colegiado del CODIA con reválida en la UASD.
Entonces quiso ir a estudiar economía en Londres, porque allí estudió Kennedy, pero fue a la universidad de Chicago. “Cuando uno es joven es liberal, demócrata, idealista… cuando comienzas a ganar dinero te conviertes en conservador”, explica para justificar su aspiración.
Además, señala, el mercado del azúcar estaba en Londres “y yo quería ser el dominicano más experto en azúcar”. No lo aceptaron pese a hablar el inglés perfecto y ser egresado “de la mejor escuela del mundo. Londres no iba a hacer una excepción y me fui a Chicago que era la escuela de economía”.
Tuvo entre sus maestros a Milton Friedman, George Stigler, Gary Becker, Robert Mundell, Robert Lucas, Arnold Zellner, Milton Miller, Eugene Fama y otros galardonados.
“En esa época, República Dominicana producía un millón 200 toneladas de azúcar, mi familia era colona y aquí no había expertos, solo uno del sector privado y el otro era gobernador del Banco Central, Salvador Ortiz”, cuenta.

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