Víctor Gulías – ¡No a la violencia!

Víctor Gulías – ¡No a la violencia!

Debemos elevar nuestra más enérgica protesta por los graves incidentes de violencia que el pasado domingo de Resurrección tuvo un saldo de dos personas muertas y varios heridos, en la entrada de Los Alcarrizos. El incidente, escenificado entre militantes del PRD y el PLD, presagia un tramo final de campaña violento, que nada bueno permite vislumbrar.

La sociedad dominicana empieza a cosechar los negros frutos de la campaña de insultos personales, descalificación y agresión verbal de algunos candidatos a la presidencia de la República que, lejos de incitar al enfrentamiento, a las vías de hechos, deberían llamar a la cordura, el respeto, la moderación y el debate, con altura, de ideas, programas, realizaciones y planes en beneficio del pueblo.

Son vidas, vidas humanas, vidas jóvenes y útiles a la sociedad, las que se pierden al fragor de las pasiones, el fanatismo, la rivalidad y hasta el odio entre bandos políticos que, atizados por el lenguaje de la provocación de sus líderes, se transmite a las bases con gritos de guerra que terminan en derramamiento de sangre, destrucción de propiedades, heridos y contusos que nada bueno reporta a la nación.

¿Qué le van a decir ahora, los que con sus desbordes verbales alentaron esos hechos del pasado domingo, a los familiares, a los deudos del joven Jason Alexis Alvarez y el oficial de la Policía Municipal Ramón Fco. Jiménez? ¿Cómo justificar la pérdida de dos vidas humanas, por algo tan pasajero como un bandereo de campaña electoral?

¡No a la violencia! es el grito que se impone en la conciencia nacional. ¡No a la violencia!, pues mientras los victimarios se escabullen en el desorden y el fanatismo político, personas útiles a la sociedad pierden la vida, dejando un manto de dolor en madres, hijos, hermanos, esposos, amigos, padres, relacionados y allegados.

Resulta sintomático que el enfrentamiento a tiros, dicen que con armas de todo tipo, sucediese el último día de la Semana Santa y habiendo transcurrido apenas semanas de la firma de un pacto entre políticos, para que la actual campaña se desarrollase en paz y respeto.

Pero, repetimos, ahí están los primeros frutos del lenguaje descarnado, de la insultadera y de la estrategia descalificadora y machista. Cuando los candidatos se enfrentan de forma verbal entre sí, cuando se degradan y se insultan, cuando de los que se habla es de señoritos y cobardes, entonces, se está transmitiendo a la militancia el mensaje de que se demuestre lo contrario y, por vías de hechos, la sangre corre como en Los Alcarrizos.

No es provocando muertes como se ganan elecciones, no es en base al terror, el tigueraje y el bandalismo como se asciende en el favor popular. Es resolviendo problemas, procurando soluciones serias, no pasajeras ni demagógicas, a las crisis que nos afectan como se remonta hacia arriba en las preferencias electorales.

El país reclama una campaña electoral pacífica, de altura, sin guerra sucia, sin armas, sin agresiones, sin insultos, sin expedientes personalistas que en nada ayudan. Se requiere el debate de ideas, la confrontación de ofertas y programas, la exhibición de cualidades y logros, y no, como en una selva y entre salvajes, matándose a tiros, cuchilladas y pedreas, lo cual solamente leva dolor y luto a un pueblo que quiere paz.

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