Vida civil dominicana de tumbo en tumbo

Vida civil dominicana de tumbo en tumbo

Los dominicanos/as a través de los años hemos tenido que adaptarnos y luchar contra poderosos intereses nacionales y extranjeros que quiérase o no, han forjado el carácter y comportamiento de nuestro pueblo. En los años de Trujillo y los inmediatos siguientes, era difícil saber lo que un campesino pensaba pues las circunstancias le habían enseñado que podía caer en una trampa, en consecuencia, no era definitivo en sus respuestas, sino más bien, leía a su interlocutor y estaba de acuerdo con él; si discrepaba, rápidamente corregía su respuesta.
Esa experiencia probablemente venía de siglos porque habíamos tenido que enfrentarnos a los conquistadores, a los haitianos y a varios dictadores, para rematar, la República nace inspirada por las enseñanzas del patricio Juan Pablo Duarte, cuyas ideas llegaron solamente hasta el 27 de febrero de 1844, pues en las primeras elecciones se encontró con enemigos, quizá insospechados, como la Iglesia Católica, carta pastoral del Arzobispo Portes, aun así lo honramos con una calle. Es decir, las ideas libertarias y democráticas de La Trinitaria resultaron natimuertas. Digamos que ahí vivimos el primero de muchos tumbos que resultaron en la anexión a España. A pesar de eso se logró la Restauración de la República para devolverle la independencia a este pedazo de isla, pero con el derramamiento de mucha sangre dominicana y española que de Duarte haber ocupado el solio presidencial en 1844, quizá se hubiera evitado.
Luego de la Restauración nos gobernaron personajes más o menos dictatoriales, algunos simplemente dictadores enrarecidos y obcecados por sus propios intereses y por las influencias extranjeras a que eran sometidos. En ese período, los que tuvieron sentimientos patrios y desprendimiento o no llegaron al poder o fueron pronto destituidos o asesinados. Así nos encuentra la ocupación estadounidense que se encargó de construir las carreteras principales, acueductos y organizar un ejército cuyo comandante nos gobernó hasta su ejecución, se había enterrado cualquier vestigio de democracia.
Muerto “El Jefe” iniciamos el período en que nos encontramos; las apetencias de poder, enriquecimiento ilícito, falta de visión de patria e ignorancia han marcado estos años de zigzagueo político. Partidos que por años estuvieron clamando para que no hubiera reelección, cuando lograron prohibirla, la repusieron al poco tiempo. La reelección es un buen ejemplo de nuestro desequilibrio, del 63 acá, nuestras constituciones han estipulado: ninguna, no límite, ninguna, una y nunca más, y, una. Es decir, en 53 años, cambiamos de opinión cinco veces en asuntos fundamentales como son las reelección y la Constitución.
Los que han sido o son grandes partidos políticos comenzaron su trayectoria con una filosofía inspiradora, siguiendo enseñanzas de sus líderes fundadores, derivadas de las experiencias del mundo occidental pero al paso de los años, ésas se han esfumado, al punto que se oye frecuentemente a los parroquianos decir que todos son iguales, aunque no lo sean, es la impresión que el pueblo capta. En esta tesitura los partidos se han fraccionado para desesperanza de los dominicanos que, lamentablemente, nos vamos acostumbrando poco a poco.
No sólo los partidos se han fraccionado, el territorio nacional también; la finalidad es crear muchos empleos provinciales y municipales, los que, asimismo, abundan en los ministerios, ayuntamientos, direcciones generales, etc., cuyo objetivo claro es el clientelismo político. La cantidad de senadores y diputados es desproporcionada, quizá en la próxima reforma electoral alguien se atreva a ponerle un tope y variar, por los menos, la manera de calcular o definir el número de diputados.
Se ha dicho que tenemos unos 35,000 policías en nómina, sin embargo, solo unos 18,000 quedan disponibles para patrullar nuestras calles. El Jefe de la Policía, haciendo galas de una transparencia inusual, declaró que no sabe dónde están los que hacen la diferencia. Ahora se señala que no eran tantos, sino 2,000 y que están localizados. Bien ¿pero combatirán la delincuencia?

Señalar estos u otros tumbos, errores o deficiencias, es desagradable, nos hace sentir mal a todos, especialmente, porque la inercia hace cada vez más difícil acometer la reingeniería necesaria.

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