¡Vida laboral!

¡Vida laboral!

Hasta hace poco se pensaba que la vida laboral consistía (o debía consistir) en que uno ingresara de joven a cierta ocupación y se quedara ahí hasta el retiro; lo cual requería de una meditada elección vocacional y de una cuidadosa preparación. Una vez que alguien comenzaba en un empleo, se esperaba que concibiera las raíces para una carrera de por vida y ascendiera por el escalafón tan rápido como pudiera.

Esta situación ha cambiado desde que se sabe que el desarrollo adulto puede dar lugar a numerosos cambios de actitudes, necesidades profesionales y metas. Además, en nuestro mundo de tecnología avanzada y economía inestable, los puestos se modifican con tal velocidad o solo desaparecen en tan grandes números que el imperativo de una carrera para una vida ya no funciona. Las personas se mudan de empresa o cambian de posición dentro de la misma (por ascensos o por cambio de área de trabajo). Aunque casi nadie hará movimientos radicales una vez que ha establecido su profesión, hoy se considera inusual  que las personas comiencen y terminen su vida laboral en el mismo tipo de puesto o campo de trabajo.

Es evidente que los seres humanos obtendrán, en el sitio de trabajo, un nuevo sentimiento de realización y establecerán relaciones significativas y sostenidas; pero en la mediana edad es importante examinar la revalorización de la carrera que a menudo ocurre en esta época, así como las respuestas a los cambios y las tensiones laborales.

Puesto que un factor que puede llevar a las personas de mediana edad a cambios radicales en su ocupación es la transición de mitad de la vida por la que están pasando, de manera que pueden experimentar un giro en sus valores y metas que los conduce a considerar la modificación del curso de su profesión; en términos de la reaparición del sueño, de la inspiración, los ideales y las metas de la juventud. De manera, que algunas investigaciones apuntan que los adultos enfrentan mejor este período de revalorización si examinan sistemáticamente sus propias habilidades y las fuerzas y debilidades de su posición actual.

Es por esto, que solo la minoría hace cambios drásticos en la madurez, de hecho, los trabajadores mayores son menos proclives a cambiar de empleo que los jóvenes.

Destaco, entonces, que la inestabilidad ocupacional puede ser dañina, porque los trabajadores que atraviesan por situaciones predecibles, generalmente sufren menos estrés que los que deben encarar hechos inesperados y a destiempo. La falta del progreso esperado en la carrera, las modificaciones laborales forzosas o el desempleo pueden causar niveles elevados de estrés, ansiedad o desequilibrios.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas