Vida, muerte y memoria

Vida, muerte y memoria

Bonaparte Gautreaux Piñeyro

La muerte llega de manera sutil, callada, inesperada, “como ladrón en asecho”, escribió el poeta, sabemos que, como decía el bolero de 1940, “la realidad es nacer y morir” Desconocemos, la fecha de nuestra muerte, me refiero a la vida de persona que no reta la muerte, que no comete excesos imprudentes, de gente que vive para estudiar, formar familia, festejar, compartir sanamente con familiares y amigos.

Mucha de esa gente no sabe o no quiere saber o no indaga, sobre la muerte, porque como me dijo recientemente un amigo, no nos educan para la muerte, que es lo único cierto que hay en el futuro de cualquier persona, en cualquier momento, en cualquier lugar.

Mas gente muere “de repente”, sin aviso previo que quienes tienen conciencia de que la muerte, como dijo el poeta Juan Ramón Jiménez, cuando murió su esposa “la muerte es, una madre nuestra antigua” y describía los cambios que experimentaba Zenobia, su esposa a través de las manos de su amada “se le tornan las manos color azul celeste como ella las tenía”.

La ciudad, y la vida de hoy, hace mucho que se tragaron el tiempo que se acortó, hasta desaparecer, a veces, el espacio de disfrutar con los amigos, y los amigos se convierten en un círculo de apenas tres o cuatro personas, cuando muchos, siempre que usted brinde sin reclamar reciprocidad.

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La sociedad la forma, también la acción, las acciones de las personas que actúan dentro del derecho que les da su libre albedrío, siempre que se respete el derecho que comienza con el libre albedrío de los demás la primera y más importante ley de la sobrevivencia en sociedad, no olvidar que somos, los demás de los demás

Nos unía la nacionalidad suroestana, barahoneros, de una tierra áspera y caliente que enseña que el fruto sale, que la tierra siempre es generosa, pero hay que trabajarla un poco más, hay que presentar la espalda al sol durante más tiempo.

De allí, de aquella tierra, donde el que quiera azul celeste sabe que le cuesta, vino cargado de ilusiones y con el espíritu de pelea de los buenos

En la alforja traía algunas cosas importantes una gran fuerza para estudiar y perseguir sus objetivos que cumplió de manera cabal, como estudiante, como dirigente estudiantil y como joven profesional de brillantes logros.

Se llamaba Bienvenido Brito, murió antier, dejó una impecable hoja de servicio en todas las instituciones donde sirvió.

Decía que no aprendió más Contabilidad que la que recibió en el Instituto Clodomiro Gautreaux de mi padre Julio Gautreaux, en la Barahona de 1950.

Paz a sus restos, loor a su memoria.
Se llamaba Bienvenido Brito

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