Vidas, novelas y “vividelas”

Vidas, novelas y “vividelas”

FEDERICO HENRÍQUEZ GRATEREAUX
Usted parece tener muy pobre opinión sobre los cubanos. ¿Le han tratado mal en alguna oportunidad? – Nada de eso; los cubanos son atentos, amables, risueños, cooperadores, tienen gracia, buen humor. La mayor parte de los cubanos que conozco son excelentes personas. A decir verdad, Lidia me ha hecho sentir en Cuba mucho mejor de lo que me sentía en los Estados Unidos. Salí de un régimen totalitario y encontré en los Estados Unidos una libertad intelectual de la que nunca gocé en Europa.

La vida civil en los Estados Unidos, estimulante en muchos aspectos, agobia un poco a quienes no hemos vivido desde niños la experiencia del mercado. En Europa las clases sociales han sido rígidas, pero las reglas están bien claras. O eres de arriba o eres de abajo. Entre ambos extremos están los artesanos bien calificados, especialistas en este o aquel oficio, artistas, científicos, los llamados técnicos medios, los músicos y los escritores. Aquí, en Cuba, existen prejuicios económicos y raciales muy complicados. Oí decir a Lidia que el negro Pimpollo – un chofer del servicio interurbano – actúa de manera especial en presencia de un blanco; y pone en duda la capacidad de una mulata para pagar sus propios gastos de viaje. En La Habana se habla de negros “bembones”, de mulatos de pelo duro o de pelo lacio. Los distingos sociales, raciales, económicos, han sobrevivido treinta años después de la revolución.

– En realidad, creo que en toda Hispanoamérica están arraigados los prejuicios coloniales, pero no puedo afirmarlo rotundamente porque no lo he comprobado por mi propia cuenta. Solamente he podido escuchar historias, anécdotas, opiniones. A la Unidad de Investigación llegan muchos estudios, estadísticas; y retorcidas tesis formuladas por politólogos de las Antillas, de Centroamérica, de Angola; también he visto trabajos de funcionarios de la Unión Soviética alrededor de sociedades que no han conocido de cerca. Cada sociedad es un “sistema”, un orbe cerrado con poca comunicación con los demás “mundos” estudiados previamente. Naturalmente, en todas partes hay gentes que aman, sufren, procrean, trabajan o son puestas bajo sumisión o control. Esas son “generalidades”, no “particularidades”.

– Después que conozca Bayamo y haya visitado Santiago de Cuba y la Sierra Maestra, viajaré a Santo Domingo. Esa isla contiene dos naciones con dos idiomas, dos costumbres, dos historias. Un historiador haitiano escribió un libro, en lengua francesa, en el que sostiene que entre los dos países hay “un problema histórico, geográfico y etnológico”. Es interesantísima la historia de las Antillas, pues existen islas británicas, francesas, españolas, holandesas, norteamericanas. Las Antillas son una colcha de retazos. Ese libro lo conocí en los Estados Unidos, en la Biblioteca del Congreso. Las mezclas raciales y las formas de producción económica han producido sociedades diferentes en cada isla. Pero, además, la política ha estado interconectada en varias épocas.

– Veo que usted no se desanima fácilmente, que su curiosidad es grande y aumenta con cada encontronazo. ¿Por qué trabaja continuamente en estas cosas, que propósitos le mueven? ¿Por qué se molesta en ofrecerme tantas explicaciones? – Me propongo redactar la crónica del siglo XX, un relato trágico, lleno de crímenes, abusos, empecinamientos, equivocaciones y pasiones. En nombre del razonamiento, de la ciencia aplicada a la historia, de la lógica matemática y de otros adefesios verbales, se han maltratado metódicamente los grupos sociales, las clases, las instituciones, los Estados, los individuos. Cuatro generaciones de hombres se han apaleado sin piedad en los cuatro puntos cardinales, convencidos de que estaban en “lo cierto”, de que “tenían razón”; pretendiendo burlarse de los dogmas religiosos, esgrimían otros dogmas como garrotes: dogmas económicos, sociológicos, políticos.

Me han informado que un poeta de una de estas islas escribió: “Yo estoy de incomprensibles verdades sostenido. / Y solo espero el día en que todo sistema/ será desmerecido, el día en que las torpes / conclusiones humanas se harán mas sospechosas. /” Parece que todavía no han publicado las Obras Completas de ese poeta solitario, de mentalidad contracorriente. También indagaré sobre este asunto cuando regrese del viaje a la otra punta de Cuba.

Así como tenemos historias e historietas -algunas de ellas ilustradas-, podemos disponer de vidas, novelas y “vividelas”. Los datos y documentos de las vidas concretas nos ayudarán a escribir novelas y otros instrumentos de comprensión abarcadora. Narrar, describir, explicar, constituyen una sola cosa a la hora de construir “vividelas”. Y en esas obras, a vez de arte, de historia y de pensamiento, se verán reflejados todos los ciudadanos de nuestra época. Todos, de una manera o de otra, hemos sido afectados por sacudimientos colectivos, cacerías de brujas, persecuciones sañudas, miserias grupales, “intolerancias académicas”, discriminaciones doctrinarias. ¿Será cierto, Medialibra, – eso afirma el bayamés – que los policías más crueles del régimen de Machado sirvieron después en la dictadura de Trujillo, incluso durante la Segunda Guerra Mundial?

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