El 7 de abril de 2011, el Estado de Israel sorprendió al mundo con la puesta en marcha de un sistema antimisiles único en el mundo. Ese día, se pudo interceptar exitosamente un misil Grad, disparado desde la Franja de Gaza. El Iron Dome (“Cúpula de Hierro”, en español) protege al país de los ataques lanzados contra su territorio por la organización palestina Hamas, desde la Franja de Gaza, y por el grupo libanés Hezbollah, desde el Líbano.
“Iron Dome se ha convertido en un sistema único a nivel global, que provee soluciones probadas para hacer frente a ataques de muy corto alcance, así́ como al lanzamiento de misiles, piezas de artillería y morteros, y ataques con aviones de combate, helicópteros, vehículos aéreos no tripulados, municiones de precisión guiadas y misiles cruceros, tanto terrestres como aeronavales. Está operativo las 24 horas, independientemente de las condiciones climáticas”, precisa Rafael Advanced Defense Systems, la compañía responsable de este desarrollo tecnológico. El sistema está dotado de un radar multimodal desarrollado por Elta, una división de la Israel Aerospace Industries (IAI), y de un centro de comando y control provisto por la compañía mPrest.
“El sistema es muy preciso y flexible”, explica, en dialogo con DEF, el mayor general Yaakov Amidror, quien vio nacer el proyecto mientras ocupaba el cargo de asesor de Seguridad Nacional del exprimer ministro Benjamín Netanyahu. “A lo largo de estos casi once años, el Iron Dome nos ha permitido interceptar el 90 por ciento de los misiles que se lanzan contra nuestro territorio”, añadió. Destaca que el Iron Dome ha puesto a Israel a la vanguardia y precisó que el sistema está siendo actualizado y sus capacidades mejoradas y optimizadas en forma permanente.
“Las decisiones son tomadas por computadora”, aclara este prestigioso militar israelí. “El sistema determina adónde va a caer el misil y, si se trata de un área descubierta, sin edificios ni población cerca, deja que se produzca el impacto. En cambio, cuando va dirigido a una zona poblada, lo intercepta”, aclara. A modo de ejemplo, en la última campaña de ataques de Hamas, se interceptaron 1300 de los 3800 misiles lanzados por el grupo armado palestino al territorio israelí. Cabe recordar que hubo otro 15 por ciento de los misiles que terminaron cayendo en Gaza y afectando a la propia población civil palestina, con víctimas y heridos.
Costos, beneficios y ventajas estratégicas
El mayor general Amidror estima que el costo de cada misil interceptado por el Iron Dome asciende a 100.000 dólares. Al hacer un análisis costo-beneficio, señala: “Debemos considerar el daño que prevenimos y cuántas vidas salvamos. Pensemos en el daño que hubieran causado esos misiles si alcanzaban las ciudades israelíes de Tel Aviv, Ashkelón o Ashdod”.
Desde el punto de vista estratégico, hay una ventaja adicional, como él mismo afirma: “Estratégicamente, les permite a nuestras autoridades evitar la decisión de ir a una guerra en el terreno. En la última campaña, si hubiéramos ingresado con nuestros tanques, Gaza hubiera quedado prácticamente destruida porque habrían sido atacados los edificios bajo los cuales se encuentran los túneles utilizados por Hamas para sus operaciones”.
Al referirse puntualmente a la última escalada de ataques de Hamas, Amidror concluye: “La convergencia entre nuestro sistema de Defensa y la efectividad del Iron Dome impidió a Hamas lograr sus objetivos militares. Ellos solo pueden proclamar resultados políticos, pero el intento de atacar a Israel fue un fracaso militar”. En concreto, las autoridades del Estado hebreo pudieron desmantelar la infraestructura de Hamas y eliminar a más de 250 miembros de la yihad islámica, involucrados en los ataques.
Consultado sobre el argumento que aduce que el Iron Dome induce a una menor percepción de riesgo en la población, Yaakov Amidror desmenuza el razonamiento. En ese sentido, reconoce que hay algo de cierto en cuanto a que, al no reaccionar al lanzamiento de misiles, Israel permite a la parte contraria redoblar su apuesta y aumentar el número de proyectiles en la siguiente oportunidad. Sin embargo, aclara, “los beneficios en términos de reducción de daños en la población y de la flexibilidad que el Iron Dome da a los tomadores de decisión en el nivel estratégico son mucho más importantes” que las objeciones que puedan hacérsele.
La poderosa industria militar israelí
En rigor, el Iron Dome es uno de los tres sistemas con los que cuenta Israel para interceptar ataques aéreos contra su territorio. El segundo de ellos, el Arrow, está compuesto por tres subsistemas. El Arrow-2, que entró en servicio en 2000, le permite a Israel defenderse de los cohetes de corto y medio alcance disparados desde Gaza y el Líbano, así́ como de los misiles de largo alcance lanzados desde de Irán. Por su parte, el Arrow-3, operativo desde 2017, permite repeler misiles de alcance intermedio más allá́ de la capa superior de la atmósfera. Y, su más reciente versión, el Arrow-4, que está siendo probado, será́ clave para interceptar misiles hipersónicos que aún están en desarrollo y podrían ser utilizados en el futuro en la región.
Por su parte, el David Sling –”La Honda de David”– permite actuar frente a amenazas intermedias a las del Iron Dome y el Arrow. Puesto en funcionamiento en 2017, permite derribar misiles que tienen un alcance de 40 a 300 kilómetros. Fue activado por primera vez en 2018, como medida de precaución, cuando Israel logró interceptar dos misiles balísticos de corto alcance SS-21 sirios que amenazaban con alcanzar el territorio de los Altos del Golán.
La poderosa industria tecnológico-militar israelí no solo permite el desarrollo de este tipo de sistemas para uso doméstico. En 2019, EE. UU. adquirió dos baterías móviles del Iron Dome y ya probó su uso en un ejercicio con fuego real, que tuvo lugar en agosto del año pasado en el desierto de Nuevo México.