Con tanta acción a diario en las Grandes Ligas, Shohei Ohtani sigue siendo una gran atracción. Especialmente cuando abre por los Angelinos. Sus presentaciones ya son una sensación.
Ya se han visto jóvenes lanzadores cuyas aperturas han sido grandes eventos. Kerry Wood fue así por un breve tiempo, una estrella fugaz. Roger Clemens también fue joven una vez. Vida Blue fue el brillante joven de los Atléticos. Podemos recordar el verano mágico de Mark Fidrych en 1976, cuando el derecho le hablaba a la bola y nadie quería perderse ninguna de sus presentaciones.
Cinco años después de Fidrych, el mexicano Fernando Valenzuela llegó a los Dodgers y dio inicio a la Fernandomanía en Los Angeles desde el Día Inaugural. Y en un mundo diferente sin MLB.TV, sin cada juego disponible Fernando todavía te mantenía a la expectativa de sus salidas, especialmente cuando realizaba una en el Dodger Stadium. Además, cambió los rostros en las gradas de Los Ángeles, donde los aficionados de ascendencia mexicana llegaban en enormes cantidades para ver al zurdo cuyos ojos miraban hacia el cielo antes de cada pitcheo.
El gran Vin Scully, por supuesto, estuvo ahí para narrarlo todo. Al preguntársele si ve una similitud entre lo que está ocurriendo con Ohtani ahora y lo que vio con Valenzuela hace unas décadas, Scully reveló que piensa que existen bastantes diferencias, comenzando con el hecho de que desde su punto de vista, la gente en Anaheim es «más relejada» que en Los Angeles.
También señaló la gran cantidad de aficionados de ascendencia mexicana que rápidamente comenzaron a asistir a los partidos de los Dodgers.
«El fanático de Fernando casi veía el viaje al Dodger Stadium como una experiencia religiosa«, explicó Scully. «Parecía que una familia mexicana llevaba a sus hijos a los juegos para que se inspiraran de un mexicano pobre que se convirtió en uno de los grandes. Al menos así lo vi en los años 80. Está por verse qué se dirá de Ohtani».
Era diferente en esos días y no sólo en el béisbol. No cabe duda de que está por verse cuál será el resultado con Ohtani, quien no solamente se puede ver en acción cada cuatro o cinco días como lo fue con Fernando. Ohtani también batea. El japonés en ocasiones está en la alineación detrás de Mike Trout, pega jonrones kilométricos y lleva promedio de .321 como bateador y 3.35 de efectividad como lanzador.
Un día castigó varias bolas y al siguiente recetó 11 ponches en 6 1/3 entradas para llenar otra vez de energía el béisbol con su talento y versatilidad. Y su propia magia. En el pasado se han visto varios jóvenes que causaron sensación. Pero no como él.
Nadie tampoco ha insinuado que Ohtani sea Babe Ruth, ni como bateador ni como lanzador. Pero el primero está cumpliendo un rol de lanzador/bateador similar a como Ruth lo hizo hace 100 años en Boston, antes de llegar a Nueva York y básicamente crear a los Yankees que todos recordamos. Ohtani ha convertido a la Gran Carpa en Pequeñas Ligas, donde con frecuencia el mejor serpentinero también es el mejor bateador. Todo el mundo quería ver cuánto talento tenía Ohtani y en un mes ha demostrado lo bueno que es.
Existen muchas estrellas jóvenes en el béisbol. Se habla de eso siempre. Pero no existe una estrella como él. Aunque este fenómeno no lleva un nombre como Ohtanimanía, es muy bueno para el béisbol. Con tantos muchachos siguiendo el béisbol, el jugador a seguir cada jornada es el muchacho de Japón.