Vieja historia de piratas

Vieja historia de piratas

Poco más de un año después de la separación, no contento con los resultados de varias batallas ganadas de manera inesperada y asombrosa por los dominicanos, el presidente haitiano Jean Louis Pierrot decretó el 5 de agosto de 1845 que su país otorgaría patente de corso a cualquier navío que quisiera piratear goletas y buques dominicanos. Casi todo el comercio dominicano era marítimo y la piratería le daría un golpe fatal.

La piratería caribeña, iniciada en el siglo XVI por franceses que asaltaban carabelas españolas cargadas con oro, había comenzado a extinguirse tras el fusilamiento en Puerto Rico del pirata Cofresí en 1825. Los piratas abordaban ilegalmente naves mercantes o militares, tiraban al mar a tripulantes y pasajeros, robaban la carga y a veces la propia embarcación; lograban enormes ganancias. Por ejemplo, la plata y el oro robados por un solo pirata holandés, Piet Hein, al capturar un galeón español frente a Cuba, financió por completo durante ocho meses la guerra de Holanda en contra de España.

El otorgamiento de patentes de corso, un acto jurídico que pretendía “legalizar” la piratería, fue una práctica iniciada por Francia desde fines del siglo XVI. Luego fue adoptada exitosamente por el Reino Unido. La piratería floreció en el Caribe debido a la existencia de los llamados “puertos piratas”, donde los corsarios y bucaneros era bien recibidos. Estos eran Port Royal en Jamaica, Nassau en las Bahamas, pero sobre todo la isla Tortuga al Norte de Haití. Los haitianos, por emular a Francia y honrar sus espurias raíces, quisieron revivir la piratería.

La pretensión haitiana fracasó, quizás por la pobreza del comercio exterior y la economía dominicana comparada con la haitiana en 1845, pese a que un buen número de navíos holandeses, daneses y estadounidenses dedicados al contrabando pudieron haber aprovechado la coyuntura para maximizar sus ganancias atacando como antaño al comercio dominicano.

La propia Marina haitiana carecía de poder y destreza para enfrentar a los dominicanos, que desde la separación impusieron siempre su voluntad en el mar, o para proteger a los deseados corsarios. Y, gracias en parte a la actitud de Francia, España, el Reino Unido y los Estados Unidos, ninguna otra nación se prestó a realizar ataques piratas contra los dominicanos.

Como se ve, desde el inicio mismo de la república, cuando a Haití le da por fuñir hay que “chubarle” las potencias…

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