Viejos enemigos reconciliados compartirán el poder en Nicaragua

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Andy Webb-Vidal
Siendo un banquero, Jaime Morales era un blanco fácil para la justicia revolucionaria en la Nicaragua de los años de 1980. Su mansión de un millón de dólares fue confiscada por el régimen sandinista y su comandante, Daniel Ortega, rápidamente la ocupó con sus propios muebles.

Un enardecido señor Morales se fue a las montañas para convertirse en un comandante de los Contras. Estos insurgentes, fundados por la obsesiva administración Reagan de la guerra fría combatió al Ejército sandinista en una guerra civil que dejó unos 50,000 muertos.

Hoy, Morales, de 70 años se dispone a gobernar Nicaragua como vicepresidente, guante en mano con su archi-nemesis sandinista de 61, una señal extraordinaria de cómo Nicaragua ha alcanzado la reconciliación política.

Ortega deberá jurar como presidente el 10 de enero. Fue elegido el mes pasado en un retorno político 16 años después que su gobierno sandinista perdiera el poder, dejando a Nicaragua desecha por los conflictos y en el caos económico. Puede ser que la guerra haya sido olvidada desde hace tiempo en los abastecidos centros comerciales de Managua, pero los nuevos sandinistas heredan un país que continúa siendo el segundo más pobre de las Américas.

Son altas las expectativas en los barrios que pueblan la ribera del Lago Managua, donde banderas rojo y negro sandinistas ondean en la punta de altos bambúes, muy similar a como lo hicieron por toda la capital después que los compañeros armados  ocuparan la ciudad en julio de 1979.

“Creo que es bueno que Daniel regrese; él va a hacer un mejor trabajo que los otros”, dice Esteban Díaz, dueño de un pequeño taller cerca del lago. Ortega ha prometido enfrentar la pobreza, pero no es el guerrero marxista de antaño y ahora habla afectuosamente de la cooperación con el sector privado.

 “Lo que henos visto hasta ahora indica que se van a concentrar en mantener las políticas económicas muy cerca de la administración de [el presidente saliente] Bolaños”, dijo Maureen Meyer, socia para México y América Central de la Oficina Washington sobre América Latina, un grupo de investigación.

La semana pasada, Ortega se reunió con Anoop Singh, director para el hemisferio occidental del Fondo Monetario Internacional. El señor Singh dijo que Ortega le prometió “trabajar con el Fondo en dirección a un nuevo programa económico que garantice la estabilidad en Nicaragua”.

Sin embargo, el gobierno sandinista también planea abordar un escándalo financiero que se está cocinando sobre el cierre irregular de cuatro bancos en 2000 bajo el ex presidente Arnoldo Alemán, que fue sentenciado en 2003 a 20 años de cárcel por malversación.

La comisión de investigación de la Asamblea nacional dijo en un informe la semana pasada que había encontrado “un grave conflicto de intereses” entre los más altos funcionarios reguladores de Alemán, quienes, decía, liquidaron “innecesariamente” los cuatro bancos en un proceso complejo que benefició a otros tres bancos privados en los cuales los funcionarios tenían participación.

Morales dijo que Ortega planea recuperar unos US$500 millones (_381 millones, £255 millones) en bonos que el banco central emitió a los bancos privados. Los bonos se emitieron como garantía para cubrir las pérdidas potenciales de asumir préstamos supuestamente impagables que los bancos privados adquirieron de las cuatro instituciones liquidadas.

Sin embargo, es la orientación de la política exterior del nuevo gobierno sandinista lo que parece atraer el mayor interés en el extranjero y en Estados Unidos, su enemigo de la guerra fría. En una exposición positiva el mes pasado, Tom Shannon, el principal oficial del Departamento de Estado para América Latina se reunió con Ortega después de su victoria electoral y ambos hablaron de buscar una relación de “respeto mutuo”.

Sin embargo, Ortega también abrazó a Hugo Chávez, el recién electo presidente de Venezuela, quien regularmente intercambia insultos con Washington. Caracas se apresuró en ofrecerle ayuda a Ortega.

Para Morales, la amistad es posible con ambos. “Deseamos las mejores relaciones posibles tanto con Washington como con Caracas”, dijo. “Pero mucho va a depender del lente a través del cual EEUU vea a Nicaragua”.

VERSION: IVAN PEREZ CARRION

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