Viejos recortes de periódico

Viejos recortes de periódico

JOSÉ BÁEZ GUERRERO
El escritorio del doctor Germán Emilio Ornes, director de El Caribe, parecía siempre un basurero de recortes de periódico. Pilas enormes de crónicas y artículos recortados de diarios  criollos y extranjeros formaban una trinchera por toda su orilla, y detrás de esa muralla de noticias y opiniones viejas, con el rostro más odioso que jamás pudo tener alguien tan medularmente bueno, el mejor director de periódico dominicano de todos los tiempos despachaba sus asuntos. A veces parecía que la pared de papel, que lo separaba de aquellos a quienes recibía sentado en su gran escritorio, era una manera de escudarse o poner distancia.

Pero doña Quío, su indispensable asistente, y quienes le queríamos, sabíamos que ninguna muralla de papel podía ocultar o distanciar a don Germán de los afortunados que merecían su respeto o su cariño, y que a veces esa estudiada odiosidad no era más que un mecanismo de defensa para evitar que los sospechosos habituales llegaran a su despacho buscando maneras desvergonzadas para medrar bajo su influjo.

 Esta remembranza me vino cuando a principios de diciembre de 2006, al prepararme para escribir la columna que tenía entonces en El Caribe, «Día por Día», encontré dentro de un libro que revisaba, un amarillento recorte de un artículo, titulado «Seis Reglas para Presidentes», publicado en septiembre de 1993 en The Wall Street Journal por el recientemente fallecido gurú gerencial austriaco Peter F. Drucker, autor de 39 libros. Aquel artículo de opinión de Drucker me había gustado tanto, que recuerdo haberle enviado copia al entonces presidente Balaguer, quien celebró la ocurrencia preguntándome si creía que esos «consejos» podían aplicarse entre dominicanos… Las seis reglas gerenciales de Drucker fueron hechas tras estudiar la efectividad de los antecesores de Bill Clinton.

En mi columna «Día por Día» publiqué un «resumen comentado» de las «Seis Reglas para Presidentes» de Drucker, que transcribo a continuación:

1. ¿Qué necesita hacerse? El pragmatismo debe impedir que un gobernante niegue las realidades y se condene a sí mismo a ser inefectivo, en aras de aferrarse a ideologías o pre concepciones. (Como las ideas estatistas de los compañeritos peledeístas en la cuestión eléctrica…)

2. Concéntrese, no se diluya. Hay muchas respuestas a la pregunta anterior (¿qué necesita hacerse?), pero a menos que un presidente escoja una, usualmente riesgosa y controversial, pero sintonizada con necesidades o conveniencias públicas, no logrará nada. (Leonel se concentra en el Metro…)

3. No apueste a nada «seguro». Hay tiros «seguros» que salen por la culata. Ninguna acción política está exenta de riesgo, y asuntos «obvios» lo son retrospectivamente, pero difíciles de asimilar con anticipación. (La reelección no es un «clavo pasao»…)

4. Un presidente efectivo no «micro gerencia». La jefatura del Estado requiere tantas responsabilidades, que aquello que pueda delegarse debe delegarse. Cada jefe de área debe ocuparse sólo de ella, pero con competencia suprema. (¿Merece Leonel el gabinete que tiene?)

5. Un presidente no tiene amigos dentro del gobierno. Todo lo malo que hagan esos amigos se le «pega» al jefe; pero lo bueno es obra de ellos. Además, es difícil o imposible botar a «amigos». (¿Será por eso que Leonel no cancela a nadie?)

6. La sexta regla, es el consejo que Truman dio a Kennedy al ser elegido: «Una vez llegas al poder, dejas de estar en campaña». (Díganselo al de los merenguitos en las inauguraciones…)

Drucker debería ser uno de los autores preferidos del doctor Fernández, pues él fue uno de los que acuñó el término «economía del conocimiento», piedra angular del discurso del Presidente. ¿Servirán ahora estos viejos consejos?

Hasta aquí lo que dije en diciembre de 2006. Quizás sea una frescura pretender ofrecer consejos no pedidos a un político tan exitoso como Leonel Fernández, pero muchas veces el aprecio o la admiración llevan a uno al error, a creer que una manera de ayudar es pensar rectamente como quizás no puedan hacerlo quienes temen perder su privanza o alguna canonjía. ¿Qué muralla o valladar empleará el Presidente para defenderse, como don Germán, de los cernícalos que por picar a su vera, hasta sus ojos picotearían como cuervos de Poe? Encontrarse viejos recortes de periódico parece cíclico…


j.baez@codetel.net.do

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