Unos pocos días atrás la prensa internacional estuvo rememorando los diez años transcurridos desde que se desató la gran crisis económica global de 2008, la que por varios años estuvo afectando al mundo. Es sintomático y sin dudas expresión de la preocupación que se ha ido expandiendo por el planeta ante las tensiones comerciales y financieras que se han desatado y sus eventuales consecuencias. Recordar una crisis puede no pasar de tan solo pretender advertencias prospectivas. El sistema capitalista se desenvuelve y crece a través de crisis cíclicas que a través de las nuevas formas globales de expresión del capitalismo se manifiestan con nuevas particularidades pero son inevitables. No hay libro de teoría económica que pueda evadir el análisis del funcionamiento del sistema sin centrarse en el “ciclo”, o sea el proceso de crecimiento – “choque” – depresión, hasta volver a rebotar hasta la próxima.
Así ha sido desde que en 1825, con su auge, se expresó la primera crisis cíclica del sistema y desde entonces, años más, años menos se han sucedido con diferentes periodos de duración. Es un proceso objetivo sometido a leyes pero con la peculiaridad que al ser la economía una ciencia de contenido social las mismas se manifiestan a través de acciones erróneas de los humanos. En economía un error tiene efectos más o menos inmediatos pero su rectificación requiere necesariamente años.
Ya hemos comentado en entregas previas como los principales organismos globales han expresado alarma por las consecuencias negativas sobre la economía mundial de la guerra comercial en ciernes. La directora general del FMI venía advirtiendo de los peligros que asechaban en los mercados de capitales en las naciones emergentes cuya eventual estampida puede provocar serios desequilibrios. Ahora ha señalado que “algunas de las amenazantes nubes grises han comenzado a oscurecerse aún más”. El Fondo acaba de aprobar el rescate más grande de su historia a Argentina por un monto de 57 mil millones de dólares. Eso a un modelo que se venía proyectando como “ejemplarizante”. Pakistán ha solicitado otro préstamo por 7 mil millones. Los optimistas de siempre, que pocas veces avizoran la crisis a tiempo y se enteran cuando les explota en la mano, llaman a la calma pero otros se preguntan si las tensiones en esas dos naciones no sería tan solo el principio. Algunos expresan preocupaciones con la situación en Turquía y Sudáfrica además de un colapso mayor en Venezuela.
Una gran preocupación es la imprevisibilidad que ha estado caracterizando a la administración norteamericana cuyas acciones comerciales contra China y la renuncia al tratado con Irán han tenido fuertes incidencias desestabilizadoras globales. En las naciones desarrolladas el comercio creció 3.4% en 2017 y 3.5 en 2018 pero caerá a 3.3 en 2019. En América del Norte será más acentuada la desaceleración pasando de un aumento de 4.2 en 2017 a 5.0 en 2018 y tan solo 3.6% en 2019. EEUU crecerá 2.9% este año pero solo 2.5% el próximo, en tanto China crecerá 6.6 y 6.2% respectivamente.