Vienen abriles y van abriles

Vienen abriles y van abriles

Bonaparte Gautreaux Piñeyro

Vienen abriles y se van abriles, vienen setiembres y se van setiembres y la estampa del Abril repetible, necesario, presente debe estar mas presente, tenemos que ponerlo presente, como un soldado: siempre listo.

La democracia se construye día tras día, día va y día viene, y cualquier descuido se convierte rápidamente en un hueco cuya solución hay que enfrentarla cuando es pequeña, por aquello de que “a grandes males, grandes remedios”

No fue en vano que reclamamos, armas en manos, respeto a la soberanía popular, respeto a la soberanía nacional, reivindicamos el derecho al autogobierno, el respeto al derecho ajeno.

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La historia nacional es una cadena de acontecimientos donde la Patria siempre ha sido defendida con gallardía, con altivez, con honor, por ello no abrigo temor sobre la conducta de la juventud actual sobre el destino de la Patria que reposa en sus manos.

Siempre que ha sido necesario la parte sensible de la sociedad, la parte comprometida con el presente y el futuro ha sabido responder a los grandes retos.

Lo hizo durante la ocupación haitiana de 1822 a 1844, la juventud de entonces jugó con las armas de los haitianos, y jóvenes dominicanos, como Juan Pablo Duarte, prestaron servicios militares durante ese tiempo.

Aprendieron táctica y estrategia y la emplearon contra los haitianos cuando quisieron mantenernos sojuzgados por la superioridad de sus fuerzas armadas.

Mi padre, Julio Gautreaux, decía que las tropas de Pedro Santana peleaban desnudas, en los combates y escaramuzas nocturnas, para identificar al enemigo sin pronunciar palabra. Cierta o falsa la conseja, es una demostración de la imaginación popular puesta al servicio de la Patria, de una Patria que nació, se forjó, se creó, se mantuvo y se mantiene alerta y combativa. El 24 de Abril de 1965 se inscribió con letras doradas en el firmamento histórico nacional y el día 28 las letras se fundieron en oro cuando supimos decirle ¡no! al yanqui invasor.

En Abril, dejamos claro que el juego era por las buenas: elecciones limpias, manejo pulcro de los fondos públicos, respeto a las libertades publicas y a los derechos humanos, garantía de igualdad ante los tribunales de justicia, Gobierno sin injusticias ni privilegios.

Dado que lo perfecto es enemigo de lo bueno, tenemos una democracia perfectible, en la cual el pueblo tiene el derecho y lo ejerce a demandar ser gobernado con apego a la Constitución y las leyes.

El Partido Comunista pedía en un cruza calles en el Santo Domingo de postguerra: “Gobierno de libertades públicas”, recogía el sentir popular. Falta para lograr el programa mínimo de Abril de 1965, pero Roma no se hizo en un día. Aún hay Patria. ¡Viva la República Dominicana!

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