“Yo creo que ningún partido en el país está en capacidad de hacer unas primarias transparentes, organizadas, sin traumas y sin los caprichos y arrebatos que se producen, que son parte de gente buscando el poder en esa especie de guerra en que se ha convertido la política dominicana”. Lo primero que hay que decir, a propósito de las lapidarias declaraciones del senador peledeísta por la provincia Espaillat, José Rafael Vargas, es que tienen toda la pinta de ser una justificación o excusa para las irregularidades, los enfrentamientos y la violencia que, en sentido general, caracterizaron las primarias parciales del partido oficial, de las que todavía hoy, a los quince días de su celebración, no hay resultados definitivos. Y si acaso esas declaraciones no constituyen una excusa o un intento de justificar lo injustificable, pretender que sean un consuelo ante el dramático deterioro de la democracia interna de nuestros partidos es una soberana tontería, definitivamente indigna de un político de las luces y la experiencia del legislador mocano. Lo siguiente que hay que preguntarse, a propósito de de inútiles justificaciones o los consuelos para tontos, es si el representante de Espaillat tiene razón cuando descalifica a todo el espectro partidario para garantizar procesos internos “transparentes, organizados y sin traumas”, a lo que habría que responder que, desgraciadamente, sí la tiene. Igualmente está en lo cierto el doctor José Rafael Vargas cuando declara que la única forma de garantizar la transparencia y la institucionalidad que hoy por hoy brillan por su ausencia en nuestros partidos es aprobando la Ley de Partidos y Agrupaciones Políticas, la única forma de impedir también que la “guerra” en que se ha convertido la política dominicana continúe cobrándose víctimas, sobre todo cuando se declare formalmente abierta la campaña electoral y esta media isla se convierta en un campo de batalla de 48,442 kilómetros cuadrados.