Vientos financieros otoñales

Vientos financieros otoñales

Durante los días 8 al 10 de octubre en curso se celebró la reunión conjunta FMI/Banco Mundial que tiene lugar anualmente al inicio del otoño. Dicha reunión se caracterizó por la preocupación tanto de los ministros de Finanzas como de los gobernadores de los Bancos Centrales por la percepción de la debilidad en el dinamismo en el proceso de recuperación económica a nivel global. Dentro de ese contexto, uno de los objetivos principales que persiguen dichas autoridades es incrementar la oferta de moneda y el crédito, a fin de prevenir un proceso deflacionario similar al ocurrido en los años treinta de la gran depresión.

No obstante, el tema fundamental de la reunión mencionada se concentró en la política de tasa de cambio aplicada por la República Popular China y la amenaza de que algunos de otros países comiencen a competir devaluando sus monedas, para sostener sus economías no solo protegiendo sus exportaciones sino también en la preservación de su posición en el mercado, tomando en cuenta a aquellos países del sureste de Asia que fijan el valor de sus monedas con respecto al dólar de los Estados Unidos.

En el corazón de las discusiones está la posición inflexible de  China en permitir que su moneda, el Yuan, aumente su valor con relación al dólar de los Estados Unidos, y permita así reflejar el incremento sustancial de su riqueza y productividad. De acuerdo con algunos de los analistas de este tema, permitir una flotación del Yuan es para las autoridades de los Estados Unidos un paso necesario para reequilibrar la economía global, la cual depende en la actualidad del elevado nivel de consumo de los americanos en relación a lo que producen y en contra posición los niveles de producción de los chinos comparados con sus bajos niveles de consumo. Se estima que este desequilibro fue la causa de la reciente burbuja del crédito, desequilibrio considerado un cuello de botella que impide que los Estados Unidos pueda reducir su tasa de desempleo a niveles aceptables.

La posición manifestada por las autoridades de  China se apoya en el argumento de que para ellas el Yuan no está tan infravalorado y que su revalorización no afectará en forma significativa la balanza comercial. Por otra parte,  consideran que revalorizar la tasa de cambio provocaría el cierre de muchas fábricas chinas y el consecuente desplazamiento de la población hacia las zonas rurales provocando al mismo tiempo no sólo un desastre para el país sino también para el mundo. Por lo tanto, cabría preguntarse si realmente estamos enfrente de una crisis en el mercado cambiario.

A nuestro entender, dicho mercado funciona bien y traduce la situación sobre la evolución económica y social de quienes participan en el mismo a nivel mundial. Por lo tanto, más que un elemento determinante, dicho mercado es un reflejo o barómetro de la situación por la que atraviesan las economías

La cruda realidad es que existe una situación muy compleja en términos económicos. Por un lado, los Estados Unidos se enfrentan a una debilidad en el crecimiento de su economía que genera cierta desconfianza en el dólar. Las consecuencias de esta situación son varias, a saber: disminución en el consumo, caída del crecimiento y el aumento más que proporcionado del déficit fiscal, para financiar el programa de estímulo de la economía.

A lo anterior se agrega la política de tasa de interés a nivel igual a cero, la cual presenta dificultades sobre la remuneración de los activos en dólares a los niveles del mercado y, en consecuencia, los inversionistas no se sienten incentivados a seleccionar el dólar, ya que el margen de ganancias es prácticamente nulo.

De ahí que la atención se centre en la China, país que también pasa por una situación bastante difícil, dado que en estos momentos es el gran prestamista en divisas extranjeras para el resto del mundo y cuyas autoridades consideran que por cada 1% que aumenten el valor del Yuan, pierden aproximadamente unos 25 mil millones de dólares de los Estados Unidos. Asimismo, la política de revalorización del Yuan adoptada por las autoridades chinas durante los últimos cinco años las ha convencido sobre las virtudes de una revalorización gradual de su moneda. Por otra parte, parece ser que China considera no totalmente cierta  la debilidad del dólar  y estima que los americanos deben asumir sus responsabilidades. Adicionalmente, habría que mencionar la importancia del comercio intra-regional entre los países asiáticos, los cuales para mantener la competitividad tratan de reducir sus elevadas tasas de cambio.

Teniendo en cuenta las fuerzas de las economías de libre mercado, los desequilibrios fiscales y de balanza de pagos son temas que requieren medidas de ajuste de tipo coyuntural y estructural. En ese sentido, la tasa de cambio tiene un papel fundamental en los objetivos de balancear dichos desequilibrios que en definitiva intervienen en el deterioro de los niveles de competitividad.

Por lo tanto, esa es una de las razones por las cuales se preconiza la completa convertibilidad de las monedas a nivel mundial.

En este caso, se requiere ensanchar el papel que debe jugar el Fondo Monetario Internacional (FMI) para promover una discusión más amplia sobre la estrategia que se debe adoptar que permita la renovación del equilibrio de las economías y que elimine toda posibilidad de que resurjan de nuevo las políticas de corte proteccionistas.

De acuerdo al periodista español Claudi Pérez, la llamada guerra de las divisas se apoderó de las sesiones del FMI, después de que los esfuerzos de la Reserva Federal por impulsar la liquidez con bajos tipos de interés llevaran a un debilitamiento del dólar. Japón, Brasil, Corea del Sur, Malasia, Tailandia, Filipinas y otros países han puesto en marcha medidas parecidas, además de controles de capital en algunos casos ante las entradas masivas de fondos, o simplemente han aumentado la escala de sus intervenciones directas en los mercados para evitar que sus monedas se aprecien, para no perder la competitividad de sus exportaciones.

Por otro lado, al final de la reunión, el Director Gerente del FMI,  Dominique Strauss-Kahn, pidió a los países que retrocedan y eviten el surgimiento de una «guerra de divisas», término que utilizó por primera vez el ministro de Finanzas brasileño, Guido Mantega, hace unos días, y que ya se ha extendido.

Ante los periodistas, Strauss-Kahn enfatizó el hecho de que «la cooperación es la solución; la solución nunca puede ser nacional cuando hay tensiones como éstas». Sin embargo, ya se perfila en el horizonte que los países imiten el ejemplo de los europeos, los cuales han puesto en práctica programas de austeridad fiscal.

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