Viernes Negro, engendra triquiñuelas y engaños

Viernes Negro, engendra triquiñuelas y engaños

En nuestro país, últimamente se ha venido incrementando la costumbre de dedicar el ultimo viernes del mes de noviembre, como una fecha dedicada por las grandes empresas comerciales para efectuar grandes rebajas en los artículos que ofrecen al publico, inclusive afirman, que los precios ofertados están por debajo del costo de producción y que ejecutan estas ventas con grandes rebajas, para complacer la fidelidad de sus clientes.
Podemos afirmar, que si bien en muchos casos los establecimientos comerciales establecen precios con descuentos mayores de un 50% del precio anterior, los consumidores deben maniobrar con especial cuidado, ya que pueden ser inducidos a comprar cosas que no necesitan en lo inmediato, o inducidos al consumismo al pensar que están haciendo un buen negocio que le puede proporcionar pingües beneficios en la reventa posterior del articulo innecesariamente comprado.
Aunque las autoridades gubernamentales monitorean con bastante anterioridad los precios ofertados al público en tiempos normales, con el objeto de constatar si de verdad se ha operado una sustancial rebaja en los artículos ofertados, no escapa a ellos, que dado el número de establecimientos participantes, les es imposible en la mayoría de los casos, poder sancionar a los establecimientos que incurren en prácticas engañosas.
El año pasado, nosotros pudimos comprobar la astucia de un establecimiento al cual no mencionaremos por su nombre, pero podemos afirmar que es de los más grandes del país. Resulta, que estábamos necesitando una impresora por estar defectuosa la nuestra, y una semana antes del llamado en inglés “Black Friday”, escogimos una para ese día tan especial, obtenerla con un gran descuento. Sorpresa nos llevamos cuando notamos que el precio era el mismo e increpamos al vendedor haciéndole notar que ese precio no había sufrido alteración alguna. Con una sonrisa sarcástica nos indicó que ese modelo era de última generación y que la compañía no podía cargar con pérdida en un artículo de gran demanda. Por supuesto, no la compramos y fuimos a otro, que sí la tenía en mejor precio que la que descartamos.
Otra característica negativa de este Viernes Negro consiste en que los establecimientos ponen en venta, esta vez sí bien rebajados, los artículos que están a punto de vencer o que el avance de la tecnología han dejado desfasados. Así, lo que el comerciante desea sacar de su inventario, lo expone al precio que no pueda ser rechazado por un comprador incauto, quien además posee también mentalidad obsoleta en material tecnológica.
Los comerciantes suelen justificar estas ventas, a veces a precio de remate, por la necesidad de reponer sus inventarios y sobre todo desocupar espacios que le son vitales para la nueva mercancía. En tal virtud, cuando no logran ese día el objetivo deseado, se inventan que para complacer a sus fieles clientes, convienen en mantener el Viernes Negro por otro fin de semana. Lo peor del caso es que los papanatas se lo creen.
Hemos visto este año que la creatividad del comerciante dominicano es muy cándida, ya que observamos pancartas anunciando el “Viernes Amarillo”, que imaginamos debe ser un seguidor de las Águilas Cibaeñas; y no duden que a éste le seguirá un azul, rojo, verde o hasta con un corral con fines de retener los toros o los gigantes.
Aquellos compradores compulsivos no deben dejarse arrastrar por la propaganda de que todo lo que se vende el Viernes Negro es a precio de vaca muerta. Hay que saber diferenciar para poder conocer al tuerto durmiendo y al cojo sentado. No debemos olvidar, que el horno no está para bizcochitos, ya que la actual crisis económica en la cual está inmersa la nación por el paso de los huracanes Irma y María, puede agravarse al tener los ciudadanos que efectuar gastos extraordinarios por motivo de las Pascuas, los regalos y las parrandas navideñas.

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