Villa Mella y sus políticos

Villa Mella y sus políticos

Javiercito es un niño de edad de nueve años que reside en Zeuta, uno de los barrios más populosos de Villa Mella.

 Vive en una pequeña casa tinglada de madera y techada de un zinc ya oxidado próximo a la Escuela Santa Cruz, donde las calles destartaladas no cesan de levantar un polvo difícil de aplacar.

Pero la condición de Javiercito no es la única. Él es sólo la representación del casi un cuarto de millón de personas que luchan en un día a día con la pobreza y el abandono en esta parte norte de Santo Domingo.

En esta zona no es muy común la mano de los gobiernos, sin excepción alguna.

Las únicas dos iniciativas que se notan son el Metro y el centro Traumatológico.

Internarse en uno de esos barrios es ponerse en contacto con el rostro mismo de una miseria que golpea duramente a niños, a jóvenes sin futuro, a ancianos desvalidos y a padres que deben batirse duramente para lograr de manera informal conseguir el pan de sus hijos.

Algunos de esos muchachos, impulsados por la desesperación han terminado atrapados por los vicios y por la vida de violencia.

Es claro que los políticos de esta zona, especialmente los que están en el poder, deben preocuparse por cambiar esta realidad espeluznante.

En ocho años que tengo como pastor en esta comunidad, todo lo que he visto es a políticos y gente de los diferentes gobiernos que se afanan sólo a la  última hora de un voto por hacer cosas que no pasan de puro amago. 

Aquí no hay iniciativas serias y responsables con el propósito de establecer fuentes de trabajo, de desarrollo, de formación de la juventud y que transformen este panorama tétrico.

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