Villa Panty

Villa Panty

EDUARDO KLINGER PEVIDA
Como Consultor y facilitador externo del Centro de Exportaciones e Inversión de la República Dominicana, CEI – RD, participo periódicamente en varias de las múltiples actividades que realiza esta institución en apoyo a la gestión de pequeños exportadores o, simplemente, como respaldo al esfuerzo de pequeños y micro empresarios que pretenden asomarse a las posibilidades de los mercados internacionales.

Son muchos los seminarios que he tenido la oportunidad de impartir tanto en la sede del CEI – RD en la capital como en Santiago, con la presencia de decenas de empresarios en cada uno de ellos, y en cada caso, lógicamente, producto de la interacción entre facilitador y participantes, son valiosas e interesantes las experiencias que he podido extraer de muchos de los asistentes. Especialmente interesante resultaron dos proyectos en los cuales el CEI – RD me involucró por varias semanas con pequeños productores agrícolas; uno con productores de banano en Azua y otro con pequeños productores de aguacate y otros frutos en un punto bien apartado de las Lomas de Salcedo.

Hasta esos recónditos lugares hemos acompañado al CEI – RD acudiendo en apoyo de quienes quieren exportar.

Sin embargo, acabo de conocer una experiencia excepcional que me obliga a compartirla con los lectores de este medio porque realmente va más allá del simple hecho de apoyar a exportadores o de incrementar las exportaciones nacionales. Tiene que ver con las potencialidades de desarrollo de la República Dominicana en perfiles que para la mayoría de la población resultan todavía insospechados.

En días recientes el CEI – RD me invitó para impartir un seminario en La Romana organizado por la Cámara de Comercio de esa ciudad en coordinación con la recientemente creada Oficina Regional para el Este del CEI – RD con sede en San Pedro de Macorís. El tema era La decisión de exportar, dirigido a un grupo de empresarios que habían venido pidiendo apoyo, tanto para aprovechar las posibilidades que se pudieran abrir con la entrada en vigencia del DR-CAFTA como con otros mercados, algo que, con relación a esto último siempre insisto, convencido de que el país tiene que buscar también mercados alternativos.

La respuesta del empresariado de La Romana al seminario ofrecido por la Cámara de Comercio de la provincia y la Oficina Regional del CEI-RD fue muy positiva superando las expectativas. Decenas de empresarios asistieron y permanecieron todo el día en el mismo.

Cuando en determinado momento consulté al auditórium sobre los sectores a los cuales pertenecían y sus líneas de producción me encuentro, para mi sorpresa, que casi dos terceras partes de los presentes eran productores de ropa interior femenina y masculina.

Sin salir de la sorpresa e indagando sobre esa particularidad me expresan que ellos eran parte de Villa Panty. Estaba creyendo que se trataba de una broma para muy rápidamente saber que se trataba de una experiencia muy seria, prácticamente consolidada y de potencialidades excepcionales para el desarrollo del país.

Un grupo de hombres y mujeres que fueron operarios de zona francas, al cesar el vínculo de ellos con las mismas optaron por empezar a hacer para ellos lo que habían hecho para las empresas en que habían trabajado.

El resultado no podía ser más alentador sin que signifique una competencia con las zonas francas que tienen limitada su participación en el mercado nacional.

Estos pequeños, y algunos ya hasta medianos empresarios, producen con calidad tal de que en el mercado interno han competido exitosamente con producciones de China Popular logrando, inclusive, desplazarlas del mercado. Ahora quieren, con toda lógica y autoridad, aventurarse hacia los mercados internacionales.  El interés suscitado fue tal que nos invitaron, concluido el seminario, a hacer un recorrido por Villa Panty. Ahí la sorpresa se convirtió en estupor.

A lo largo de varias calles y a ambos lados de las mismas en construcciones todas ellas recientes, encontramos decenas de tiendas cuidadosamente arregladas, con vidrieras bien presentadas con ropa interior femenina y masculina así como con trajes de baño; en ellas se vende al detalle pero también al  por mayor. Todas ellas reciben pedidos del resto del país. Unas eran más elegantes que otras pero todas tenían un nivel muy aceptable.

Existen alrededor de 40 empresas ya constituidas y produciendo. Las hay que ya tienen alrededor de 100 trabajadores, otras todavía tienen una escala más reducida pero van avanzando. En estos momentos ya dan empleo a más de 1,500 trabajadores. Es visible como todos estos nuevos empresarios que han ido empezando con una o dos maquinitas hasta ir teniendo ya grandes talleres han elevado sustancialmente su standard de vida.

Ciertamente el camino no lo han emprendido solos; han tenido alguna ayuda de instituciones nacionales y del BID. Sin embargo, merecen un fuerte apoyo y que se haga conocer ampliamente la experiencia porque sin lugar a dudas en ella tenemos enormes potencialidades. Quizás cuando algunos vieron el título de este trabajo pensaron que se trataba de algo baladí y ahora coinciden conmigo que en verdad es algo muy serio y esperanzador.

¡Qué bueno que con Villa Panty podemos presentar algo positivo, muy positivo, en esta Semana Santa!

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