Vindicando al sacerdote Ruiz Milton, no Manuel

Vindicando al sacerdote Ruiz Milton, no Manuel

Totalmente postrado hasta la indefensiónpor accidente cardiovascular sufrido hace 14 años, el sacerdote Milton Ruiz ha sido víctima de agravio gratuito por coincidir su apellido con el que inquiere un recurso de amparo contra la campaña publicitaria que coauspicia PROFAMILIA sobre derechos sexuales y reproductivos.

La imperdonable confusión, aparentemente fruto de prejuicios y ligerezas, es abonada falazmente con pretensiones de descalificarlo “ad hominis” por haber recibido colaboración de una personera de la dictadura que sufrimos por 31 años.

Quienes crecimos con Milton desde años mozos y compartimos su fructífica existencia, vicisitudes de su larga enfermedad y soledad de su postración  compensada por la absoluta dedicación de su hermana de sangre y fe, nos sentimos obligados de vindicar las falacias escupidas en su contra como “arientes” cuasi pariente, asumiendo supletoriamente lo que no puede hacer.

Hijo de talabartero, no de ningún personero de la dictadura, su familia vivió la estrechez de quienes no disfrutaban canonjías. Fui el primero a quien consultó sus intenciones sacerdotales una medianoche cualquiera de los 50s bajo un poste eléctrico frente a su casa macorisana. Muchas veces especulé, por su vocación al baile y lo que inspiraba en las féminas que compartíamos, si su decisión estuvo impulsada por imposibilidades de costearse estudios universitarios y por carecer de relaciones con rectores del trujillismo. Pude constatar su estrechez familiar cuando la mía suplía leche a sus numerosos hermanos por falta de planificación.

Su tesis doctoral en Roma versó sobre inserción de juventudes rechazadas por clases altas de entonces, enquistadas  en clubes sociales. Sus balbuceos sacerdotales los ejerció al lado de inmigrantes marginados, boricuas entre bandas juveniles inspiradoras de “West Side Story”, y dominicanos carentes del culto altagraciano. De regreso administró simultáneamente dos parroquias, Cristo Salvador y Sumo Sacerdote. Fue fundador, primer rector, de la UCSD. Doquiera, dejando improntas.

Nunca gozó de simpatías jerárquicas. Muchos esperábamos que fuera primer obispo macorisano, por haber sido primer sacerdote, y destacado, una vez elevada a diócesis. El grado de Monseñor fue conferido post-postración, como consolación. Sufre abandono que trasciende. La pluma de Nelson Marrero recogió en edición de éste periódico del 5/12/11 que “su manutención se logra…por…generosidad de particulares…a falta del apoyo institucional…como merece”.

La injuria gratuita recibida por Milton por socorrerse de personera de la tiranía no se compadece con nuestra sociedad reconciliada, demostrada por conceder categoría de héroes a militares descendientes de instrumentadores de la tiranía, sin descalificarlos por eso; como no se puede descalificar por trujillista el accionar generalizado de personeros que aportaron al reconocimiento de derechos precursores a los que PROFAMILIA se ha atrevido a defender.

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