Vinicio Espinal se gana el corazón de Monza

Vinicio Espinal se gana el corazón de Monza

MONZA, Italia.- Ya es el ídolo de la Pieri (curva de los barras bravas) junto a Spadino Robbiati. Vinicio Espinal es siempre uno de los jugadores mas aclamados de la curva. Logró hacerse apreciar por los hinchas blancos y rojos, con su expresión simpática, con su trabajo en la cancha que siempre ha sido excelente.

Comenzó a ser halagado en Sanremo: con el primer gol con la camisa del Monza, Vinicio contribuyó a la primera victoria en el torneo. Después 4 goles más contra: Casale, Pro Vercelli (gol del empate decisivo) y Olvia, gol que sirvió al Monza para clasificar a los play Off.

Ha cerrado un año extraordinario con el título de goleador del equipo y ganando el premio Arredokit, asignado por los lectores de Monza News al mejor jugador de la temporada. Pero atrás de Vinicio Espinal está una niñez pasada en un barrio pobre de Santo Domingo.

– ¿Vinicio cuéntanos tus experiencias?

«Yo crecí en Santo Domingo, vivía en el barrio Villa Olímpica. Mi abuelo compró una pequeña casa en un pueblo donde el año pasado se celebraron los Juegos Panamericanos. Era y es un lugar muy pobre.»

– ¿Cómo nace el Espinal futbolista en un país en donde el fútbol no es muy popular?

En Villa Olímpica existían dos parqueos: uno era para el basket y el otro para el fútbol.

– ¿Y tú, para nuestra suerte, escogiste el fútbol?

«Correcto. Tenía 9 años pero los adultos de ese entonces me querían siempre en su equipo. Comenzábamos a jugar a la una de la tarde y seguíamos todo el día. Eran partidos de siete para siete, se jugaba sobre un piso de asfalto duro y lleno de hoyos. Al final los pies nos dolían mucho. Yo jugaba con mis amigos Mai, Pablito, Nino, Moreno, muchachos algunos de los cuales el pasado año los encontré en la selección nacional.»

– ¿Cómo has podido crecer en un lugar tan pobre?

«Yo era feliz. No me hacía falta nada. Tenía pan y balón. Mis padres se separaron y yo fui a vivir donde mi abuela con mis hermanos. Estaba bien aun viviendo en un barrio pobre. Nunca tuve que trabajar, estudiaba idiomas y jugaba fútbol.»

– ¿Tus amigos donde están?

«Están todos bien. Claudio, que es uno de mis mejores amigos, que parecía el más indisciplinado, ha sido el primero en terminar la universidad ahora está trabajando.»

– ¿Cómo llegaste a Italia?

«Llegué en el 1991 con mí madre y mi hermano. Sinceramente yo quería quedarme en mi lugar, y hasta me fui de la casa y tuvieron que buscarme por todo el barrio y por la fuerza me llevaron a subirme al avión. Llegué a Sicilia en Taormina. Un lugar espléndido. Me enamoré de una vez de Italia, me sentía en mi casa, y comencé a jugar en la placita de Taormina.»

– ¿Y después?

«Después nos mudamos a Milán y jugué con la Virtus Cornaredo lo hice bien y pasé a la Bollatese que es una cantera de la Atalanta. Luego me transfirieron al sector juvenil de la Atalanta con mi hermano y llegué al equipo de Serie A.»

Nuestros lectores te han escogido como mejor blanco y rojo del año: a quien dedicas esta victoria?

«A mi novia. Somos felices juntos, ella me dio la fuerza para ganar el trofeo Arredokit desde el comienzo del año.»

– ¿El secreto de este año extraordinario?

«He estado bien físicamente, he podido hacer toda la pretemporada con el equipo. Llegué con la moral por de bajo de los pies por haber descendido con el Palazzolo, quería ser protagonista y lo he logrado.»

– ¿Tu futuro?

«Yo se que el Moza quiere comprar la otra parte del contrato, sería feliz de quedarme aquí, pero mucho dependerá del Monza.»

– ¿Porque no hablaste con la prensa después de Vercelli?

«No me gustaron algunas críticas que llegaron de parte de nuestros fanáticos. Me sentía muy mal. Nosotros tenemos una buena relación con nuestras gentes pero no pensábamos que fuera justo ser acusados de no querer subir de categoría. Los resultados de los últimos tiempos nos dan razón. Yo y mis compañeros queremos subir y no tengo duda lo lograremos.»

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