Vinieron desde el sur lejano

Vinieron desde el sur lejano

POR  DOMINGO ABRÉU COLLADO
Dice un jocoso refrán: «No importa que nazca ñato, lo que importa es que respire». Pocas veces ese refrán se pareció tanto al dinero como con el caso éste de «El Don», como le apodan a Quirino Paulino Castillo. Porque, ¿de dónde salió la billetada para traer a toda esta gente desde el sur profundo?, hasta desde el sur fronterizo?

Hay gente, mucha gente, que no le importa de dónde llega el dinero, lo que les importa es que llegue. No importa de manos de quién se reciba, lo que importa es que se riegue, que mane, que corra la billetiza. Porque, ¡hay que tener doble forro para agarrar desde Elías Piña, por ejemplo, a montar un piquete para pedir que lleven a «El Don» para Najayo!

QUE NO LE ROMPAN SU CARRETERA

La falta de planificación está dentro de la planificación de los encargados de planificación responsables de los programas de planificación incluidos en la parte correspondiente a la planificación de los gobiernos.

Más fácil. Si se va a construir una carretera, los encargados de planificarla arman el bollo de tal manera que un año después haya que romperla para meterle unos tubos para agua y asfaltarla otra vez. Y un año luego de los tubos para agua hay que romperla de nuevo para meterle las cañerías cloacales y asfaltarla otra vez. Y otro año después hay que romperla de nuevo para construirle alcantarillas y asfaltarla otra vez.

Pero al terminar las alcantarillas se descubre que ya las tuberías de agua ya no sirven (parte de la planificación fue utilizar las de peor calidad). Entonces hay que romper otra vez la carretera para los nuevos tubos, y después la nueva cloaca, y después la nueva alcantarilla… y así para nunca acabar.

Ahora, si ocurre como pasó en El Valle, entonces es peor el asunto. En El Valle rompieron la carretera, instalaron las tuberías de no se sabe qué cosa, y como los cuartos no fueron suficientes (para coger primero y trabajar después) la carretera se quedó con sus heridas abiertas.

Desde hace años todo el que va hacia Sabana de la Mar, o hacia el Parque Nacional de Los Haitises, o viene desde El Seybo, Miches o cualquier otra parte de ese rincón de la República, tiene que pasar por El Valle danto saltos y brincos, agarrando polvo hacia el interior del vehículo, y esparciendo polvo a todos los vecinos vallences. Y todo por un asunto de «planificación».

Y ELLA SE VA MAQUILLANDO

Yo que recuerdo haber visto publicado en una revista de «Cosmopolitan» o «Vanidades» todo un curso de «Maquíllese mientras conduce». Y parece que muchas dominicanas lo tomaron. Porque no son dos ni tres las fulanas que andan conduciendo mientras se embarran la cara. ¡Y hasta creen que llegan «maquilladas» a donde van!

Yo las he visto. No solamente aprovechar el semáforo para aplicarse los afeites en cuestión, sino aplicarse el carmín o el brillalabios en pleno movimiento del vehículo. O agarrar el guía y el estuche de polvos compactos mientras con la derecha se dan motazos en las mejillas y con el rabillo del ojo miran el tránsito.

¿Y con éstas no se mete Amet? ¿No es más peligroso andar pintarrajeándose mientras se conduce que hablar por un móvil? Y no dudo de algunas que reciban instrucciones por el celular para aplicarse mientras conducen determinado nuevo cosmético, todo a la vez.

Y así las ve usted que llegan a algunos sitios con más color en una mejilla que en otra; con una ceja más larga que otra; con una sombra diferente en cada ojo, o con un trazo de rojo vino labial casi llegándole a la nariz. Y entonces no saben porqué se ríen las otras secretarias al hacer su entrada. O no saben porqué los hombres abren los ojos extrañamente al verlas más pintadas que un cuadro de Guillo Pérez. Y hasta creen que es por lo buenazas que están.

¿Y SI POR AQUÍ LLEGAN AQUELLAS AGUAS?

Con toda seguridad la gente que vive a orillas de la carretera Puerto Plata-Luperón nunca pensó que sus casas se les iban a desrricar haciéndose pedazos con todo y camas y muebles y anafes.

Con toda seguridad, si alguien les decía que en algún momento podría llover tanto que la tierra se iba a flojar, y que todo el talud se iría al carajo arrastrando todo lo que estuviera encima, se iban a reír.

Porque, con toda la sabiduría de la gente del campo, no hay forma de convencer a un campesino con teorías geológica, climatológicas, edafológicas, tectónicas o cualquier otra parecida. El campesino es lapidario con frases como ésta: «Yo tengo aquí cuarenta años y eso nunca se ha visto»… para entonces terminar… «pero si ta»de Dió…» Y así por el estilo.

Ahora miren esos de las lomitas que están a la salida de Santo domingo hacia el sur. Toda esa gente se ha ido apropiando electoreramente -es decir, aprovechando los períodos de elecciones- de esos predios. Excavando terraplenes para colocar sus casas.

Pare ellos, eso no va a cambiar nunca, la tierra ahí no va a ceder, no se va a correr, las casas no se van a caer, no se van a desrricar colina abajo hasta la cañada… Para ellos ahí no va ha pasar lo que pasa en estos momentos en Puerto Plata, porque Puerto Plata está lejos y esto está en la Capital.

Si las autoridades responsables del manejo del territorio se hubieran ocupado de evitar que en la carretera a Luperón se levantaran casas en las condiciones que se hicieron, no estuviéramos viendo ahora lo que ocurre.

Y lo mismo puede pasar ahí, a la Salida de Santo Domingo, en los límites de Herrera, porque todo eso es parte del bosque húmedo, y en cualquier momento el bosque húmedo va a reclamar, como reclamó en Puerto Plata. ¿Actuarán los responsables?

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