Si la mejor prédica es el ejemplo, entonces nuestro Estado está enseñando a todos a violar las reglas, a evadir obligaciones puntuales y claras. Lo anterior está basado en los hallazgos de la Cámara de Cuentas, el organismo encargado de fiscalizar las cuentas públicas. Una de las evasiones fiscales predilectas en entidades de la administración pública se practica en perjuicio del propio erario. Así, montos recaudados por algunas entidades del Estado por concepto de Impuesto sobre la Renta e Impuesto a la Transferencia de Bienes Industrializados y Servicios, no son transferidos al organismo recaudador central, que es la Dirección General de Impuestos Internos (DGII). Es inconcebible que el Estado viole las reglas que debe hacer respetar.

 Además de esas violaciones a las reglas generales de la administración pública, la Cámara de Cuentas ha detectado transgresiones a la Ley de Compras y Contratación de Bienes y Servicios. Esta falta tiene una connotación más grave de lo que parece, pues la observancia de esta ley es uno de los compromisos más importantes asumidos por el país en tratados comerciales suscritos con otros países o bloques de países. Definitivamente, un Estado que debe aplicar sin contemplaciones las normas de conducta y procedimientos administrativos no debería estar en el casillero de los violadores de esas pautas.

Un compromiso que alivia

El Gobierno tiene en carpeta, para el año próximo, el aumento salarial que han estado reclamando los médicos. Así lo ha informado el arzobispo de Santo Domingo,  cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, quien ha asumido la mediación  entre el Colegio Médico Dominicano y el Presidente Leonel Fernández para gestionar una  solución a un conflicto de larga data, que en estos días se manifiesta con paralización de servicios en los hospitales y otros métodos de lucha.

Siempre hemos defendido el criterio de que los médicos, como todos los servidores de la sociedad, deben recibir una remuneración justa, pero hemos criticado que en el reclamo de mejora salarial, los médicos hayan adoptado planes de lucha que, al paralizar servicios hospitalarios, terminan  perjudicando a los más pobres y débiles. La información aportada por el cardenal debe ayudar a distender los ánimos y a deponer actitudes de fuerza.