Violencia

Violencia

Nuevamente la violencia, en sus diversas modalidades, logró hacer de las suyas en las festividades de Navidad, dejándonos un balance de dolor y tragedia.

En algunos casos, en vez de intrusa la violencia fue la invitada de honor de algunos que, a sabiendas de que se puede pero no se debe, mezclaron alcohol, velocidad e imprudencia. A este tipo de violencia le llaman «accidente de tránsito», a pesar de que todos sabemos cuál es el desenlace que puede venir del manejo en semejantes condiciones.

En parte fue también invitada de autoridades que proclamaron la prohibición de los fuegos artificiales, pero se hicieron de la vista gorda y la violencia se expresó por medio de la muerte de Argenis Caberas, un muchacho de apenas 14 años que tenía a su cargo nada menos que un puesto de venta de estos artefactos cuyos efectos, como se ve, nada tienen de artificial.

Que nos digan si no equivale a violencia esta falta de entereza para hacer valer el discurso.

También se ensañó la violencia contra una familia que vivió la tragedia de un parricidio como aparente capítulo final de una cadena de actos de violencia ejercidos por el padre contra su pareja.

Nuevamente queda el mensaje de que es absolutamente necesario asumir con toda seriedad las denuncias y querellas de mujeres golpeadas por sus maridos.

Ha sido esa una expresión verdaderamente desgarradora, que deja una marca indeleble en una familia.

-II-

Otra manifestación grosera de la violencia fue el brutal asesinato de Franz Ureña Rib, músico de la Orquesta Sinfónica Nacional que fue baleado y apuñaleado.

Ese acto de violencia trajo como consecuencia otro de su misma naturaleza, cuando los vecinos del músico victimado atraparon a dos de los presuntos matadores, les rociaron gasolina y estuvieron a punto de lincharlos.

Y qué decir del asesinato de los comerciantes Joselo Tacoma y Juan de Peña, en Higüey, cuyos cuerpos con impactos de bala fueron encontrados dentro de una yipeta, en un suceso con todos los signos de ejecución.

También en Puerto Plata la violencia atroz tuvo como víctima a Pablo Roberto Hiraldo Torres, un hombre de 74 años de edad que fue asesinado a palos por asaltantes que le robaron dinero en efectivo. ¿Cómo calificar un ataque de esa fiereza contra un anciano y por esas causas?

Hubo otros actos de esta catadura durante el asueto navideño y falta por ver qué más puede ocurrir durante las celebraciones de Año Nuevo.

De cualquier manera, la violencia estuvo entre nosotros, unas veces como intrusa y otras como invitada.

Alguna vez los estudiosos del genoma humano descubrirán dónde anida la violencia que exhiben algunos seres, pero, mientras, debemos poner de nuestra parte para tratar de desterrarla, para evitar convertirla en invitada a nuestras fiestas, a nuestros actos cotidianos.

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