Violencia: complicidad y excursión

Violencia: complicidad y excursión

VIRTUDES ÁLVAREZ
Entre los múltiples factores que influyen en la escalada de violencia que se registra en todos los niveles sociales del país, quisiera destacar tres:

1) Es un reflejo del fracaso de las políticas sociales con su secuela de exclusión que afecta a la mayoría.

2) La impunidad y complicidad clasistas entre los gobernantes con los delinquen en las altas esferas del poder.

3) La influencia del crimen organizado, el narcotráfico entre sus manifestaciones.

4) La transculturación.

La sociedad dominicana se encuentra arropada por una ola de violencia que amenaza con asfixiarnos a todos.

Todo tipo de violencia: La que se ejerce desde el sub mundo del crimen organizado y que actúa como todo un sistema que compite con la autoridad oficial, una veces lo derrota y otras lo neutraliza. Violencia intrafamiliar, en los medios de comunicación, la violencia de Estado que se expresa de múltiples y sutil maneras, entre otras no menos dañinas.

Ambas se existen como ramas entretejidas, una dando sombra y protegiendo la otra sostenidas por el modelo ecomómico neoliberal generador de pobreza material y espiritual y de inversión de valores. Como gemelas deben en la fuente de la impunidad institucional al tiempo que son un reflejo del fracaso de las políticas sociales de quienes nos han gobernado desde el momento mismo del nacimiento de la República.

Vemos con frecuencia en cualquier punto del país y en la mayoría de nuestros barrios en particular, que cuando no funciona la extorsión policial y militar a los ciudadanos/as, entra en acción la violencia física y emocional violatoria a los derechos ciudadanos (redadas, «intercambios de disparos», cobro de «peajes», etc.) por parte de miembros de las instituciones llamadas a garantizar la seguridad ciudadana y que son beneficiarios de la situación señalada.

Y otra vez, como ramas de un mismo tronco, no se sabe de quien es víctima el ciudadano: si del militar o policía corrupto, del «delincuente no común» que interpreta las leyes y dispone de las instituciones oficiales y privadas a su favor para despojarnos del más mínimo bien que obtenemos, o del delincuente común identificado.

Los auspiciadores de la violencia social y callejera tienen el control físico y espiritual de la gente. Controlan cada metro de asfalto y carretera. Han impuesto estilos de vida diferentes a las formas de ser de los dominicanos y dominicanas: La gente no quiere salir de noche; desconfiamos del chofer del carro público y del pasajero de que nos queda al lado; vivimos entre rejas y candados; rodeados de altas paredes y complicados sistemas electrónicos de seguridad y alarmas.

El manejo inadecuado del tema refuerza los estigmas hacia determinadas personas, dependiendo de donde vive o como viste.

Existen lugares donde los taxistas no llegan «porque son barrios calientes»; pero también exclusivos barrios residenciales con seguridad privada que requieren a todo peatón o desconocido por ellos la información de «a quien buscas por aquí».

Es una desconfianza absoluta hacia los desconocidos. ¿De qué valen calles asfaltadas y peatones, arbolitos navideños, bulevar, una ciudad arborizada y casitas pintadas si nadie

puede disfrutarlos?.

El problema de la violencia social en el país se agrava por la debilidad institucional y la complicidad de clase de quienes delinquen; y es que la aplicación de las leyes y los procedimientos institucionales al respecto, no son los mismos para todos los infractores.

Los «Delincuentes Comunes»

A una niña de 11 años, en el barrio Villa Juana la escuche decir, «si a esos muchachos los meten a todos en la escuela y a los papá le dan trabajos no hubiera tanto delincuentes».

La solución no parecería tan simple como su inocencia lo plantea; deduzco que para ella los delincuentes son jóvenes, pobres, hijos de desempleados, y no asisten a la escuela o la universidad.

Esa es su verdad infantil. Parte de la verdad. Como verdad es también que los actos delictivos en su más variada forma están más allá de los barrios populares, que traspasan la frontera del barrio marginado y la pobreza.

Una simple revisión los medios de comunicación escrita del país, se reitera que violencia y delincuencia no son vinculantes exclusivamente a los pobres y a la pobreza. Es un enfoque inadecuado del problema.

Otra fuera la situación del país si las políticas sociales implementadas por los gobiernos que hemos tenido hubiesen tenido como norte la reducción y eliminación de los índices de pobreza.

Tomemos por caso, el indicador educación destacando las/os siguientes variables: Ampliación de la cobertura y permanencia escolar; reducir los índice de sobre edad, y tasa de repitencia; así como la deserción de adolescentes, niños y niñas para ingresar al mercado de trabajo, o en el peor de los casos para «buscársela» en las calles en todo tipo de actividad, no importa si legal o reñida con la moral y las leyes.

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