Violencia, delincuencia y drogas

Violencia, delincuencia y drogas

BIENVENIDO ALVAREZ-VEGA
Las autoridades del ministerio público y de la Policía han venido insistiendo, una y otra vez, en considerar el factor drogas narcóticas como un elemento de primer orden en la ola de delincuencia que afecta el país. Hemos de presumir, por lo tanto, que esta conclusión ha brotado de las investigaciones y monitoreo de los acontecimientos violentos que se repiten en los principales centros urbanos. Quienes conocen el comportamiento de las personas que consumen estupefacientes y que han desarrollado una dependencia de la cocaína y otras drogas, tienden a considerar que este factor está presente en la delincuencia y la violencia que tienen alarmados a los dominicanos. Los robos constantes, los atracos para llevarse teléfonos celulares, relojes, prendas de metales, dinero, motocicletas, etcétera, llevan a pensar que se trata de actos dirigidos  a procurarse un dinerito para comprar la «mercancía» que hace falta.

Las autoridades han venido hablando, en aras de describir lo que estaría ocurriendo en barriadas populares y de clases medias, de microtráfico de drogas. Se refieren a un tráfico que distribuye la «mercancía» entre los consumidores domésticos, para distinguirlo del otro tráfico, del tráfico grande que va dirigido a otros países, principalmente a Estados Unidos y a varias naciones de Europa.

Creo, como las autoridades del ministerio público y de la Policía Nacional, que el factor droga parece estar muy presente en esta ola de delincuencia y violencia. Por supuesto, los expertos en temas sociales nos han enseñado que generalmente en un fenómeno de esta naturaleza entran varias causas, aunque siempre hay algunas que son dominantes.

Desde hace varios años, más de 10, las páginas de nuestros diarios están repletas de reportajes sobre la vida y los santos de las barriadas de lo que hoy es la zona metropolitana (provincia Santo Domingo y el Distrito Nacional), Santiago y otros importantes centros urbanos del país, y en cada uno de los reportajes se consigna, como una cansona letanía, la presencia del tráfico y consumo d estupefacientes, generalmente entre la gente joven. Tan presente está este factor, citado por los lugareños entrevistados por los reporteros, que uno a veces, como editor, tenía la impresión de que había exageraciones en los relatos.

 Hoy sabemos, sin embargo, que esos relatos eran y son reales, que describen lo que está ocurriendo en la vida de la mayoría de nuestros barrios populares y sectores de clases medias.

Sin embargo, sugiero a las autoridades del ministerio público, a la Policía y a la Dirección de Drogas, conjuntamente con instituciones tan respetables como Casa Abierta, Hogares Crea y Reto a la Juventud, que consideren la situación, que se reúnan y exploren explicaciones al fenómeno de la violencia y la delincuencia considerando el factor drogas. Ya sabemos, por ejemplo, que Casa Abierta está muy preocupada por el alto consumo de alcohol y de tabaco, unas drogas legitimadas que, sin embargo, tienen efectos deletéreos en la conducta de la gente y de los jóvenes en particular. Estas autoridades deben auspiciar encuestas serias y amplias para medir, con distintas variables, la presencia de la violencia y de la delincuencia en la sociedad dominicana y determinar, hasta donde sea posible, los principales factores que expliquen su etiología.

Yo creo, por ejemplo, que la sociedad dominicana tiene que decidir  –y tiene que hacerlo al margen de lo que  crea o piense un gobierno que ha devenido en contemplativo–  si quiere un país lleno de escuelas, de canchas para practicar deportes y de espacios para las familias vincularse, o si quiere un país lleno de billares, de colmadones para el consumo de bebidas alcohólicas, de bancas de apuestas y de medios de comunicación que promueven los juegos y las apuestas.

Las iglesias, las organizaciones vinculadas a éstas o paraeclesiásticas, las juntas de vecinos, los partidos políticos que se sientan comprometidos con su sociedad, las organizaciones no gubernamentales, los clubes deportivos y culturales, los medios de comunicación y los munícipes distinguidos y destacados por sus aportes, son los que tienen que examinar lo que está ocurriendo hoy en día y determinar si actúan, si piden, si reclaman, si exigen, si determinan, o si quieren que las cosas sigan como están.

Porque si queremos que esta ola de violencia y delincuencia no nos envuelva en un torbellino similar al que entrampa a algunas naciones de la región, es a los ciudadanos comunes y corrientes que corresponde hacer los cambios necesarios. Tal y como ha sido hasta ahora.

bavegado@yahoo.com

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