BRASILIA (AFP).- La campaña electoral en Brasil, inaugurada la noche del jueves por el presidente Luiz Inacio Lula da Silva, nace empañada por la violencia criminal en Sao Paulo, una bomba de tiempo que ni oposición ni gobierno quieren que les explote en las manos.

 Sao Paulo es el más rico estado de Brasil y el principal colegio electoral del país, y está gobernado por la alianza que apoya al principal rival de Lula a la presidencia, el socialdemócrata Geraldo Alckmin.

Ni Lula ni Alckmin, que gobernó Sao Paulo hasta hace tres meses y entregó el estado a un aliado, quieren que caiga sobre sus manos la responsabilidad de haber dejado a sus 38 millones de habitantes bajo los ataques de una poderosa organización criminal.

El que está “descontrolado” es Lula, y no la seguridad de Sao Paulo, dijo al diario O Estado el gobernador Claudio Lembo, a quien Alckmin cedió el cargo en marzo y cuyo Partido de Frente Liberal (PFL, conservador) integra la alianza que apoya al rival del presidente Lula.

Lembo respondía a Lula que ante la prensa afirmó: “si la situación esta bajo control, no podría estar ocurriendo lo que está ocurriendo en Sao Paulo”.

Lula ha ofrecido reiteradamente ayuda federal a Lembo, principalmente el envío de hombres de una tropa nacional, que el gobernador se ha negado a recibir.

“El gobierno Federal (de Lula) ofrece ayuda pensando en las elecciones, y el gobierno de Lembo la rechaza también pensando en las elecciones”, escribió el comentarista político Arnaldo Jabor.