Violencia en el aula, educación cívica y sociedad

Violencia en el aula, educación cívica y sociedad

¿Para qué sirve la escuela si no es capaz de hacer que niños y niñas formados en medios sociales y culturales diferentes compartan el espíritu nacional, la tolerancia y la voluntad de la libertad? (Alain Touraine)

“La tolerancia es fuente de paz y la intolerancia de desorden y pelea” (Pierre Bayle).

La educación no solo debe fundamentarse en ensenarle a niños y niñas, adolescentes y jóvenes a leer, escribir, sumar, restar y dividir bien y en darle clases de historia, de naturales, deportes, tecnología, idiomas y especializarlo en carreras técnicas y profesionales. Además de eso, y primero que eso, hay que enseñarles a ser tolerante y respetuoso consigo mismo y con sus compañeros de aula, de escuela y en la universidad; también con sus maestros/as y con el personal que labora en la escuela. Solo así podrá haber convivencia sana y pacífica en el recinto escolar. De lo contrario, habrá violencia entre estudiantes y entre estudiantes y educadores, como ocurre hoy.

La violencia en la escuela es el resultado entre otros factores, de la ausencia de la enseñanza y transmisión de los valores cívicos –morales, como la tolerancia y el respeto, que en la actualidad se dimensiona en las redes sociales, (Facebook, Twitter, Instagram, YouTube, entre otras), en donde los mismos compañeros de escuela y cursos tienen una gran participación en los mismos, constituyendo los medios por excelencia para comunicarse entre ellos. Por ahí se dicen de todo y averiguan de todo, tanto a nivel personal grupal.

A través de las redes sociales muchos niños y niñas, adolescentes y jóvenes son burlados, humillados por uno o varios compañeros de la escuela, igual que si estuvieran físicamente presentes en el recinto escolar o en el recreo, hasta el extremo de ser aterrorizados y amenazados de muertes por las redes. Llegándose a materializar la acción por uno o varios, en otro caso, la víctima se suicida al no resistir la envestida de sus verdugos; quienes los llenan de miedo y terror, bajándole la autoestima, llegando a creerse que no valen nada.

Muchos dejan de ir a la escuela o al centro educativo, porque están llenos de miedos, se inventan excusas para no asistir donde están sus verdugos, que los persiguen también, por el celular, llamándolos para atemorizarlos, o por las redes, a través de mensajes humillantes. Los niños y niñas, adolescentes y jóvenes deben están estar muy fortalecidos en su formación personal, espiritual y en su carácter para resistir tan difícil situación.

Pero nuestra escuela ha venido actuando de espalda a esa gran responsabilidad y necesidad. Es decir, a enseñar y transmitir los valores fundamentales de la tolerancia y el respeto en el aula. Y, es que el aula, es el espacio colectivo y social, por excelencia, en donde las niñas y niños interactúan, muchas veces, más que en el mismo hogar. Estos valores y principios son fundamentales para poder comunicarse, convivir en el aula. Pues, resulta imposible establecer un proceso de comunicación afectivo, interpersonal y grupal como el que se requiere en el aula, sin respetarse el uno al otro y a todos. Tampoco es posible ser cortés, amable, solidario sino no existe respeto y tolerancia entre los alumnos y entre alumnos y sus maestros y maestras.

Es hora de que nuestra escuela se dé plan para construir y cimentar la personalidad del niño y la niña en zapata firme, para que pueden convivir civilizadamente en el aula. Pero sin en el valor de la tolerancia y el respeto que deben enseñarse, primero en el hogar y luego en la escuela no se garantiza el éxito de la educación. Definitivamente, sin tolerancia y respeto no hay éxito personal y social.

La tolerancia implica aceptar al otro o a los demás tal y como son. Aceptar sus virtudes y defectos, su manera de pensar y de actuar diferente, su color de piel, su tamaño, su pelo, sus condiciones físicas y mentales, su manera de ser, sus condiciones sociales y de raza, su religión; y no, como quisiéramos que fueran. Igual ocurre con nosotros mismos. Debemos aceptarnos tal y como somos, y no como quieren los demás. Respetar la diferencia, la diversidad, y la circunstancia de vida de cada quien es lo único que garantiza la convivencia en el aula y en la sociedad. Por lo tanto, esto debe ser enseñado y transmitidos en el hogar, en el aula, en la comunidad y en la sociedad en general.

Un alumno o alumna bien formada en las distintas materias, técnicas y carreras es bien importante para ella y para ellos, para la escuela, familia y la sociedad; pero si ese mismo niño o niña no es tolerante con sus compañeros de estudios, familia y sociedad no podrá socializar. Y, hay que socializar y dialogar para aprender y ser feliz. En caso contrario, se derrumbará ante la adversidad.

En el aula la comunicación interpersonal es fundamental entre todos. No es posible realizar el proceso enseñanza –aprendizaje sin comunicarse efectiva y afectivamente. Y eso se garantiza con tolerancia y respeto entre todos. Y entre uno y otro.
Otros valores muy importantes que se deben enseñar y transmitir en la escuela son la solidaridad, el amor, el afecto, la cortesía y la consideración con sus compañeros/as de aula.

El maestro/a es un comunicador por excelencia. Que debe poseer buena educación e instrucción en estos valores, además de dominar sus asignaturas. De otra forma, ayudaría muy poco al estudiantado, que requiere de ese alimento espiritual.

Sin la debida educación y orientación en estos valores no se acabará, la violencia en la escuela en razón de que es el resultado de la ausencia de dichos valores. Algunos casos son consecuencias de niños y niñas con una personalidad desequilibrada, enferma, con trastornos emocionales y psíquicos que deben ser tratados por los especialistas en las materias. En este caso, los padres, deben comunicar a la escuela y maestros la situación de sus hijos e hijas para ser tratados adecuadamente, manteniendo una comunicación fluida entre escuela y padres.

Es bien importante, que la tolerancia y el respeto sean practicados en el hogar, a los fines de que los hijos e hijas reciban el buen ejemplo de sus padres. Por lo tanto, las agresiones físicas, verbales y psíquicas del padre hacia la madre o viceversa, de los padres con los hijos/as y estos contra sus padres conducen inexorablemente a la violencia, un mal ejemplo llevado a la escuela.

Es responsabilidad del Ministerio de Educación, los centros educativos privados, los politécnicos, los institutos superiores y las universidades diseñar un plan educativo que tome en cuenta también los valores a lo largo de la formación escolar del alumno/a. Definitivamente, los valores son transversales a la hora de educar a las personas. No se puede formar a nadie sin valores, se vuelven monstros sociales. Eso esperamos.

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