Violencia en las escuelas

Violencia en las escuelas

Las alarmas se han disparado a partir de la difusión de informaciones sobre la muerte de una estudiante de 12 años en La Romana después de haber sido golpeada por compañeras de escuela, y de un vídeo que recoge un pleito entre dos niños de un plantel de Boca Chica que son observados por una maestra y un guardián que no intervinieron para aplacar las iras. En realidad, la violencia escolar es un mal muy viejo, al que las autoridades han dedicado poca atención y poca inversión.
Estudios hechos por especialistas de la conducta coinciden en destacar que la violencia en escuelas y colegios está latente hasta en los juegos de los estudiantes durante el receso y en las conductas de algunos docentes. Es evidente que no se enseña a los escolares a dirimir sus diferencias con métodos pacíficos. Por otra parte, no parece haber partidas destinadas a capítulos específicos dirigidos a formar en las escuelas a ciudadanos pacíficos.
El drama de la violencia escolar escandaliza cuando se producen casos extremos, que trascienden al público a través de las redes sociales. Sobre todo en la enseñanza pública, no parece que haya un esfuerzo sistemático por formar personal para manejar ese aspecto e inculcar a los escolares, en todo momento, métodos de coexistencia y respeto para manejar sus relaciones con los demás.

Salvar Constanza es la consigna

Quienes han querido minimizar el daño ecológico que se comete en Constanza están perdiendo su tiempo. La verdad sobre la brutal depredación de bosques y acuíferos no solo se impone a través de los testimonios de los ambientalistas de la zona, sino también por las conclusiones a que han llegado especialistas de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) y la Academia de Ciencias de la República Dominicana (ACRD).
La tendencia a la desertificación que acusan las montañas de Constanza solo puede detenerse por medio de una radical prohibición de la agricultura de montaña, la tala de árboles y la perforación de pozos en los nacimientos de los ríos. Es una decisión que hay que imponer por encima de los intereses envueltos en las actividades que benefician a unos pocos y perjudican a todos.

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