MEXICO. AFP. Los secuestros y los homicidios del narcotráfico no dan tregua en México pese a las promesas y compromisos adoptados por todas las autoridades nacionales ante la indignación popular por la incesante violencia.

«Yo no permitiré que secuestren a México», dice una convocatoria radial a una gran marcha contra la inseguridad el sábado, que refleja el hastío social frente a la ola de secuestros y los crímenes de la guerra por los mercados de los cárteles de la droga.

El presidente, Felipe Calderón, admitió la noche del lunes que la violencia ligada al narcotráfico y la inseguridad es un «cáncer» que no se atendió a tiempo y que se ha dejado crecer, aunque su gobierno realiza esfuerzos por erradicarlo.

«Sé que México enfrenta un gran problema de seguridad. Este es un cáncer que se ha venido incubando durante años y al que no se le dio la debida atención, pero es un cáncer que vamos a erradicar», aseguró Calderón en un mensaje televisivo.

El secuestro y asesinato de un adolescente de 14 años, al parecer perpetrado por policías, detonó una repulsa generalizada que forzó una cumbre nacional en la que los tres poderes del Estado y grupos civiles se comprometieron a cumplir en determinados plazos unas 80 medidas contra la inseguridad que vive la nación azteca.