BAGDAD (AP).- Bombas, emboscadas y tiroteos dejaron más de 70 muertos el martes incluyendo un soldado estadounidense y otro británico en una intensificación de la violencia en momentos en que fuerzas de Estados Unidos se preparan para tratar de imponer orden.
Las víctimas incluyeron veinte soldados iraquíes muertos en un ataque a un autobús en el norte del país.
El soldado estadounidense, asignado a la Primera División Blindada, murió «debido a acción enemiga en la provincia Anbar al oeste de Bagdad, dijo el comando estadounidense. En otro incidente, los estadounidenses dijeron que un soldado murió el lunes por una bomba al sur de la capital.
Funcionarios iraquíes confirmaron que unos 45 chiítas fueron secuestrados recientemente en Anbar en la carretera principal a Siria y Jordania.
El ataque más mortífero el martes se produjo cuando una bomba destruyó un autobús en el que viajaban soldados iraquíes cerca de Beiji, a 250 kilómetros al norte de Bagdad. Todos sus 24 ocupantes murieron, dijo el ministro de defensa Mohammed al-Askari.
Asimismo el martes fue secuestrado el vocero de una coalición política.
Los más recientes ataques y el secuestro un día después que 29 personas fueron secuestradas en Bagdad presumiblemente dificultarán más los esfuerzos del gobierno iraquí respaldado por Estados Unidos por establecer control en un país devastado por la insurgencia y la violencia sectaria.
Los funcionarios estadounidenses están alarmados por el aumento de la violencia que enfrenta a sunitas y chiítas y por la violencia sectaria. Esas tensiones se consideran ahora una mayor amenaza al gobierno del primer ministro Nouri al-Maliki que los insurgentes sunitas.
Los militares estadounidenses están movilizando a por lo menos 3.700 soldados de Mosul a Bagdad y se prepara a lanzar nuevas operaciones para retomar las calles de la capital de las milicias chiítas, los insurgentes sunitas, bandas de secuestradores, policías corruptos y pistoleros de conveniencia.
La matanza más grande se produjo cerca de la ciudad industrial norteña de Beiji, donde un autobús con 24 personas fue destruido por una bomba el martes por la madrugada, dijo el portavoz del ministerio de defensa. Dijo que todas las personas que iban a bordo del vehículo murieron.
Luego de la explosión se impuso un toque de queda en Beiji, a 250 kilómetros al norte de Bagdad. Unas horas más tarde, un automóvil cargado de explosivos estalló cerca de un banco en el otrora vecindario elegante Karradah, donde mató a por lo menos 14 personas e hirió a 37, dijo el teniente coronel de policía Abbas Mohammed Salman.
Dijo que los efectivos de las fuerzas de seguridad retiran sus salarios de ese banco el primer día de cada mes. La explosión incendió varios automóviles en el vecindario chiíta y desperdigó cadáveres mutilados.
Karradah ha sido escenario de una violencia creciente en la lucha sectaria entre chiítas y sunitas en los últimos meses.
También el martes, un grupo de pistoleros emboscó un minibús en que viajaban once empleados de la planta de energía de Al-Taji en Bagdad. Los atacantes acribillaron el vehículo a disparos y mataron a cinco personas e hirieron a las otras seis, dijo el mayor de policía Khalil Ibrahim.
La violencia incesante y los secuestros cotidianos están socavando la confianza popular en la capacidad del primer ministro Nouri al-Maliki para poner orden.