La Policía Nacional fue creada como un organismo represivo, persecutor de la ciudadanía y violento. Este carácter impregnado en la Era de la Tiranía trujillista persiste hasta nuestros días. Los 12 años de dictadura balaguerista sirvieron para fortalecerlo en toda su estructura. Existieron y existen personajes emblemáticos en el cuerpo policial reseñados en las comunidades y barrios como grandes “matones” que golpean con palos, puñetazos, patadas, torturan y acribillar a balazos a ciudadanos y ciudadanas.
Estos personajes nunca fueron investigados ni son investigados por sus crímenes, al contrario, logran puestos de poder y son premiados por los distintos gobiernos con cargos públicos. Otros en cargos menores tienen vigencia en las comunidades y barrios, mantienen alrededor de su nombre y su figura miedo y terror desde niños, niñas jóvenes y población adulta.
Lamentablemente todos los gobiernos que hemos tenido y el que tenemos actualmente establecen como pilar principal de la seguridad ciudadana a la Policía Nacional dotándola de cada vez más equipos, vehículos y creando organismos a lo interno de la Policía que poseen más armas y están menos visibles para la ciudadanía (órganos especiales, que en los barrios le dicen las caras tapadas).
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Los procesos de detención de la policía y de la DNCD son totalmente arbitrarios y violentos. He observado varios e incluso fui recientemente amenazada en un operativo policial que buscaba a un supuesto “delincuente” en una comunidad. Armas largas amenazándome y deteniendo mi vehículo es una de las ilustraciones claras de su funcionamiento. La explicación ofrecida es la búsqueda de un “supuesto delincuente” que a su llegada en un motor fue tirado al suelo, golpeado con la pistola en la cabeza, no le hicieron ninguna pregunta, le quitaron el motor y lo “tiraron” en una camioneta.
El camino al destacamento es la continuación de golpizas. Los destacamentos son lugares de torturas, golpes, maltrato y todo tipo de humillaciones. La complicidad existente entre agentes policiales esconde las violaciones de derechos humanos que ocurren en estos espacios.
El problema de la violencia policial no es un asunto individual es estructural. Es un cuerpo creado para ser violento y los estilos de relación entre policías dentro de su estructura jerárquica responden a estos patrones de violencia. El que llega nuevo al cuerpo policial sabe que tiene que aprender esta lógica y responderles a sus superiores aceptando violaciones de derechos, maltrato y pagando cuotas importantes para obtener ascensos. Junto a la violencia está la estructura de corrupción y complicidad con las redes delictivas que al igual que la violencia responde a un problema enraizado estructuralmente y sostenido históricamente independientemente de las personas e individuos.