Violencia y armamentismo

Violencia y armamentismo

Una forma ideal para mitigar la violencia en nuestra sociedad hubiese sido el “no arme” para los civiles. Sin embargo, se descubrió que el armamentismo es un próspero negocio que generaba cuantiosos ingresos al fisco. Así, todo civil que ha querido o necesitado “armarse” legalmente, ha podido hacerlo siempre que haya pagado sus tributos. Ahora, bajo el argumento de que las armas legales, y no las clandestinas, han provocado la mayor parte de las muertes violentas, se pretende el desarme de la población que ha pagado autorización para tenencia y porte de artefactos de muerte.

Lo ideal, en honor a la verdad, es que la población civil no tuviese necesidad de “armarse”. Lo real es que el aumento de la  inseguridad por el auge de la delincuencia organizada y bien armada, la gente ha entendido que debe buscar medios de defensa y las autoridades han permitido el armamentismo legalizado. Hablar de desarmar únicamente a los que tienen permisos para portar armas es una solución a medias que dejaría mucha gente a merced de los delincuentes bien armados. Hablemos de un desarme absoluto, una  batida contra las armas de fuego, legales y no legales, una proscripción total para los civiles y para  policías y militares fuera de servicio. Enfrentar los intereses del  negocio de las armas es una tarea  que requiere coraje, pero violencia obliga a asumir el reto.

Protestas sangrientas

Otra vida útil ha sido segada como parte del estilo de protesta que se ha estado aplicando para demandar el cese de los apagones. En esta ocasión la víctima ha sido el raso de la Policía Nacional Antonio Yan Medina, que fuera baleado en la cabeza durante una manifestación en la ciudad de Navarrete.  Este periódico ha repudiado estas ocurrencias que comprometen la seguridad de las personas. Hemos repudiado que la Policía use medios letales para sofocar protestas, pero igual rechazo sentimos cuando civiles apelan a las armas contra la autoridad.

Por más que se quiera, la violencia callejera no eliminará la violencia que representa la falta de suministro de electricidad. Las organizaciones populares deben abandonar este estilo de lucha que irrespeta el derecho a la vida. Ni civiles ni policías deberían perder la vida en circunstancias desafortunadas como la protesta violenta. No se debe derramar más sangre por esta causa.

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