Violencia y consecuencias de la conducción vehicular irresponsable

Violencia y consecuencias de la conducción vehicular irresponsable

En los últimos tiempos se ha acrecentado de manera sorprendente los casos lamentables y a veces muy dolorosos, en los cuales se han visto involucrados conductores de vehículos que por un simple roce, un militar en el Malecón, disparó varios tiros, matando a una joven estudiante e hiriendo a su acompañante.
La conducción de vehículos, tanto pesados como de automóviles y en especial de motocicletas, se ha convertido en un verdadero pandemónium, ya que al parecer las leyes sobre Tránsito Terrestre, se han convertido en letra muerta y no como reguladoras. Por eso, la mayoría de los accidentes ocurren por el desconocimiento de las regulaciones por conductores irreflexivos que después de cometer el hecho, no pueden justificar su accionar.
No tenemos índices indicativos o documentos probatorios, pero podemos inferir sin lugar a equívoco, que la gran mayoría de los accidentes automovilísticos son causados por el exceso de ingesta de alcohol de parte de los conductores. Es inconcebible que en las estaciones de expendio de combustible, se les otorgue licencia para la venta de licores y cervezas. En estos casos deberíamos emular a los países avanzados, que ni siquiera permiten que en la parte delantera del vehículo se lleven bebidas espirituosas, las cuales deben guardarse en el baúl.
Ahora que tenemos el INTRANT dirigido por una técnica capacitada, debería proponer que los estudiantes de secundaria mayores de dieciséis años, se les imparta una materia sobre manejo y comportamiento del conductor donde se les enseñe, no solo la observación de las leyes de tránsito, así como, el manual de urbanidad y leyes de Medio Ambiente. No es posible que la veredas se conviertan en vertederos de desechos cuando el pasajero arroja desperdicios al borde de las carreteras y caminos, sin que haya una drástica sanción para el infractor. Por eso, los responsables del tránsito terrestre deberán ser minuciosamente entrenados y provistos de motocicletas de alto cilindraje para el caso de que un conductor viole la luz roja de los semáforos o cuando circule en vía contraria. Especial cuidado debe ser observado con las motocicletas que se suben en las aceras, circulan en dirección contraria y también violan los semáforos.
Hemos visto en calles de dos carriles con automóviles detenidos esperando el cambio de luz, un imprudente conductor, ocupar el carril de los que vienen, armando tremendo tapón y sin embargo un agente en la esquina, ni siquiera se movió para multar al infractor.
Caso especial merecen los conductores de las llamadas “voladoras” son un verdadero dolor de cabeza, tanto para los demás circulantes, como para los peatones. Por montar un pasajero, son capaces de dar un corte conocido como “pastelito” y frenar frente al usuario en donde un individuo conocido como “pitcher” se desmonta aceleradamente para introducir el pasajero en la guagua.
Nosotros tuvimos una amarga experiencia con una de estos engendros circulando por la calle Correa y Cidrón, vía que pasa frente a la UASD, donde se concentra el mayor número de microbuses. Al llegar a la intersección con la Abraham Lincoln, al conductor se le ocurrió cambiar del carril al notar pasajeros en la acera y nos dio un “corte de pastelito” con la desagradable sorpresa, que nos arrancó de cuajo el espejo retrovisor. Un agente que estaba en esa esquina, presto vino hacia nosotros y me solicitó todos los documentos (licencia, seguro, matrículas y hasta revisó el marbete).
Después de comprobar la autenticidad, en especial la vigencia del seguro, se dirigió hacia la voladora que estaba repleta de pasajeros. Nosotros comprobamos que el agente habló detenidamente con el conductor y luego vino hacia nosotros y en un tono sospechoso nos dijo “vaya directamente a la Casa del Conductor que el chofer de la guagua irá más tarde”. Todavía lo estamos esperando. El resultado, nos costó un deducible de veinte mil pesos, más diez días en un garaje, sustituyendo el espejo y reparando la puerta. Si el conductor hubiera asistido a la Casa del Conductor, nos hubiésemos ahorrado el deducible. Intuimos que ese “Padre de Familia” no tenía el seguro de ley o tal vez licencia y éste le pidió un “chance” porque el autobús estaba lleno y nosotros teníamos “seguro full”.
Los casos de accidentes ahora son más numerosos desde que Corea del Sur nos envía vehículos de taxis desechados marca Sonata, que cuestan entre 25 y 400,000.00; es decir, menos que muchas motocicletas. Ahora como dicen “hasta los canes andan montados”. Si el INTRANT no le busca una pronta solución al tránsito vehicular en la ciudad de Santo Domingo, la ciudad se convertirá en un caos por su ingobernabilidad.

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