Virgen de la Altagracia, dominicana nuestra

Virgen de la Altagracia, dominicana nuestra

POR LEONOR ASILIS
Los dominicanos celebramos un día privilegiado en nuestra agenda: el 21 de enero, Día de la Altagracia. Advocación mariana que se remonta a los mismos inicios de nuestra primera evangelización y a la que denominamos Protectora Nacional.

La advocación a María Virgen, la llena de gracia, la favorecida y amada de Dios, la que está poseída por el Espíritu Santo, la derramadora de dones espirituales, ha conquistado el corazón de los dominicanos por tantos favores concedidos, por su intercesión en nuestra historia, y que cada día otorga a quienes acuden a su maternal protección.  A Ella, le confiamos con renovada fe su poderosa intercesión por nuestra nación.

Al amparo de esta advocación se formó un pueblo y luego una República. Los colores del sagrado lienzo son los mismos de la bandera dominicana. Según nuestros historiadores, el día 16 de julio de 1838, lunes, día del Triunfo de la Santa Cruz y del movimiento revolucionario redentor de todos los dominicanos le fue puesto a Duarte en el pecho, por su madre Manuela Diez y Jiménez, un mullido y pintado detente, con la imagen de la Virgen María en su advocación altagraciana, trajeada aquella con los colores que iban a ser los dominicanos.

Pero vayamos al significado espiritual de tan bella imagen.

El cuadro mide unos 42 centímetros de ancho por 54 centímetros de alto y completa la estampa de Apocalipsis 12: muestra a la “mujer” de Apocalipsis 12:5 que acaba de dar a luz un Hijo, con San José al lado. Tiene la corona de 12 estrellas, símbolo de los doce apóstoles; muestra la “alta gracia” de

María, ser Madre de Dios, reina de la iglesia y del cielo, simbolizado por las estrellitas de su manto. María por ser Madre de Jesús es Medianera Universal de todas las gracias y abogada de todos los hombres. El lienzo, que muestra una escena de la Natividad, fue exitosamente restaurado en 1978.

La imagen de Nuestra Señora de Altagracia tuvo el privilegio especial de haber sido coronada dos veces; el 15 de agosto de 1922, en el pontificado de Pío Xl y por el Papa Juan Pablo II, quien durante su visita a Santo Domingo, el 25 de enero de 1979, coronó personalmente a la imagen con una diadema de plata sobredorada, regalo personal suyo a la virgen, primera evangelizadora de las Américas.

¡Una buena noticia! La devoción a la Altagracia esta expandiéndose por el mundo.

Una réplica de su imagen ha sido entronizada en la Basílica San Giovanni dei Fiorentini en la ciudad de Roma en el día de ayer por nuestro Cardenal López Rodríguez, acontecimiento que debe de alegrarnos ya que desde Europa nuestros hermanos dominicanos podrán rendirle el honor que se merece.

Hoy más que nunca se hace urgente que imitemos a la Virgen María, madre de Dios y madre nuestra.  Ella, quien estuvo en medio de grandes pruebas supo sobrepasarlas gracias a su fe y fidelidad.

A nosotros nos basta creer, esperar y amar, y el milagro se realiza siempre.

 

leonor.asilis@groupmetro.com 

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