El reverendo Thomas Robert Malthus redactó en el año 1798 un polémico artículo titulado “Ensayo acerca del principio de población”. Observaba el autor las cíclicas catástrofes naturales que diezmaban a la población mundial y racionalizaba esos eventos bajo la falsa teoría de que se trataba de una manera espontánea de controlar la expansión del número de habitantes en la tierra. Asumía la errónea creencia de una limitante alimentaria que amenazaba con una hambruna universal, a menos que de una forma u otra se contuviera la multiplicación de la especie humana. Para ese entonces la ciencia, y con ella la genética, no había incursionado con fuerza en el campo de la agricultura y la veterinaria. Afortunadamente, hoy podemos cultivar plantas alimenticias en zonas desérticas otrora inconcebibles. Igualmente sabemos multiplicar los panes sin afectar el ambiente. Aún así no deja de asomar periódicamente una que otra voz empeñada en convencernos de la inmoral actitud de exterminio genocida periódico para controlar la población mundial.
La primera pandemia del siglo XXI se inició en Wuhan, capital de provincia de Hubei, República Popular China, es causada por un coronavirus renombrado COVI-19. Nos informan los expertos de la Organización Mundial de la Salud que una “persona puede contraer la COVID-19 por contacto con otra que esté infectada por el virus. La enfermedad puede propagarse de persona a persona a través de las gotículas procedentes de la nariz o la boca que salen despedidas cuando una persona infectada tose o exhala. Estas gotículas caen sobre los objetos y superficies que rodean a la persona, de modo que otras personas pueden contraer la COVID-19 si tocan estos objetos o superficies y luego se tocan los ojos, la nariz o la boca. También pueden contagiarse si inhalan las gotículas que ha esparcido una persona con COVID-19 al toser o exhalar. Por eso es importante mantenerse a más de 1 metro (3 pies) de distancia de una persona que se encuentre enferma”.
Para los neomaltusianos como para los que pensaron lo mismo con la pandemia de Influenza de 1918 éste será otro ciclo de autocontrol poblacional. Afortunadamente somos muchos más los que mantenemos la firme convicción de que la humanidad saldrá victoriosa de esta dura prueba biológica que ha golpeado a más de 120 países. Es cierto que la historia recoge innumerables ejemplos de especies extinguidas, pero aún así, el Homo sapiens se crece y agiganta ante las adversidades, encontrando siempre fórmulas salvadoras de situaciones otrora fatales. Muy pronta contaremos con vacunas efectivas para prevenir esta nueva enfermedad.
Corresponde ahora poner en acción la detección y el aislamiento de las personas afectadas a fin de acortar la cadena de transmisión, reduciendo así el número de personas infectadas. Es acertada la decisión de poner en cuarentena a los individuos que han tenido contacto con enfermos del coronavirus. La estricta implementación del protocolo de manejo epidemiológico consensuado por el máximo organismo sanitario mundial, nos conducirá a un feliz puerto de vida. No alarmemos a la ciudadanía, pero sí alertémosla para que contribuya a acortar el período de emergencia nacional e internacional. Alguien ha dicho que nunca es más oscura la noche que cuando va a amanecer. Trabajemos con tesón de modo coordinado para así emerger victoriosos de la prueba a la que el azar nos ha sometido.
Contribuyamos a la felicidad colectiva atendiendo a los segmentos más vulnerables del pueblo.