Visa para un sueño

Visa para un sueño

Los sueños son unificadores de las naciones. En Francia, por ejemplo, la república se forjó bajo los ideales de libertad, igualdad y fraternidad. En Estados Unidos, el llamado “sueño americano” refiere a la movilidad social y se expresa en el decir: si lo intentas, con esfuerzo lo lograrás.

Los sueños que forjan las naciones se concretizan parcialmente, nunca de manera absoluta; pero tienen una inmensa fuerza fundacional y motivacional, y permiten cierta unificación de la sociedad a pesar de las diferencias.
Escarbando en mi memoria no encuentro ideales fundacionales sólidos que codifiquen el sueño dominicano. No encuentro una idea clave que resuma el motivo de sustentación de esta nación, más allá de las diferenciaciones con los haitianos; como si ser algo es no ser como el otro geográficamente cercano.

El tema es interesante, y de vez en cuando indago.
Cierto, somos un pueblo bochinchoso, y dicen las encuestas regionales que encabezamos en felicidad. ¡Un paraíso terrenal! Pero ¡ah! Se estima que algo más de 10% de la población dominicana ha emigrado y el éxodo continúa.
Hace apenas unos días conversaba con un joven dominicano de unos 30 años. Se casa pronto con una joven dominicana ciudadana de Estados Unidos. Ambos preparan ya la mudanza al norte. Ambos de sólida clase media, con buenos títulos universitarios y empleos.

Sorprendida con la decisión indagué sobre las razones. Pregunté directamente ¿por qué se van?, y él, con una rapidez y claridad impactante me respondió: “porque en este país para progresar hay que hacer lo malo”.

La respuesta me tomó de sorpresa, o sea, mis sorpresas iban en aumento, y dije: pero explícame, ¿qué quiere decir que para prosperar hay que hacer lo malo? Su respuesta fue también rápida y clara: “si quieres poner un negocio tienes que estar con el gobierno, si no, fracasas; y si eres un empleado, con esos sueldos bajos no hay progreso. Además, hay mucha delincuencia”.

Me dejó sin argumentos. Es verdad, aquí no hay reglas claras y honestas de inversión, el papeleo es lento y cargado de sobornos. Los impuestos se evaden porque muchos no lo pagan, entonces hay competencia para no ser pendejo pagando. De la electricidad ni hablar.

Y es cierto, los salarios son muy bajos. Hasta los altos funcionarios del gobierno lo han señalado. La inmensa mayoría de los empleados devenga salarios menores de 15 mil pesos mensuales; y aún con dos adultos trabajando en un hogar, 30 o 40 mil pesos mensuales no aseguran ni siquiera el estatus de clase media real.

Para “progresar”, o por lo menos aliviar las adversidades económicas, hay que estar pegado del gobierno, y por tanto, del partido que dirige. Y en toda sociedad donde hay que subordinarse al gobierno para montar un negocio, obtener un empleo o lograr algún beneficio grande o pequeño, no hay avance aunque haya apariencia de progreso. La población siente los males: se subordina o emigra.

Según los datos del Barómetro de las Américas 2014, en República Dominicana, el 38% de los hogares recibe algún tipo de pequeño subsidio público bajo el programa solidaridad; el 24% de los hogares recibe remesas de sus familiares en el exterior; y el 29% de la población dominicana tiene intención de irse a vivir a otro país en el futuro cercano, pero entre 18 y 25 años de edad, el porcentaje con intención de irse es de 42%.

El sueño dominicano sigue siendo como en la canción de Juan Luis Guerra, “Visa para un sueño”, a pesar del continuo y alto crecimiento económico que reportan las autoridades.

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