Hace 49 años la élite del mundo empresarial, político y académico, además de celebridades, se reúne en la fría ciudad suiza de Davos donde, con cierta frivolidad, se analiza lo acontecido el año previo y se hacen pronósticos para el que empieza. Se trata del encuentro del Foro Económico Mundial para intercambiar pareceres con el supuesto objetivo de “mejorar el mundo”. Para los críticos es simplemente una reunión de la “élite global” –un típico jet set pero con temas de economía planetaria- con la presencia de algunos de los responsables de la última gran crisis del sistema que estalló en 2008 y de la que la economía mundial aún no se ha recuperado totalmente. En 2019 el editor general de la prestigiosa revista Time, Anand Giridharadas, describió el fórum como “una reunión familiar para las personas que rompieron el mundo moderno». Entre los invitados habituales se encuentran los presidentes de grandes empresas como Goldman Sachs, IBM, Facebook, Coca Cola, etc, y otros famosos como George Soros o Bono, el cantante de U2.
Anualmente acuden alrededor de 3 mil personas, mil de ellas del mundo empresarial. Para participar debe ser invitado y si no debe abonar unos US$625 mil dólares. Es un escenario en el que predominan los hombres, lo que ha dado lugar que a los participantes se les bautice como “DavosMan” – “hombre de Davos”; en 2019 solo asistieron un 22 % de mujeres.
Entre los invitados más llamativos de este año están figuras tan controvertidas y contrapuestas como el presidente Donald Trump, quien no asistió el pasado año, y la adolescente activista medioambiental Greta Thunberg. China estuvo representada por un viceprimer ministro, el pasado año asistió Xi Jinping quien dio un discurso que fue muy comentado al interpretársele como asumiendo un liderazgo de globalización que parece haber sido dejado vacío.
Aunque la ocasión contó con cierto aire optimista por el acuerdo “fase inicial” de EEUU y China del que todos esperan, sin estar muy seguros, que sea un primer paso para poner fin a una guerra comercial que ha debilitado la economía mundial, el FMI, más prudente y realista, advirtió sobre persistentes “vulnerabilidades financieras” por los elevadísimos niveles de endeudamiento y otras amenazas arancelarias como las tensiones entre Europa y EEUU por el llamado “impuesto digital” iniciado por Francia. El FMI redujo las expectativas de crecimiento para 2020 a 3.3% y 3.4% para 2021. Pronóstico apenas mejores que las de 2019, año del peor resultado desde el estallido de la crisis en 2008. Una encuesta a grandes ejecutivos -divulgada en Davos- mostró que los mismos reconocieron que sus perspectivas estaban bajo la presión más fuerte en 11 años. Más del 50% de los 1600 consultados esperan una reducción en la tasa de crecimiento; en 2019 solo el 29% pensaban lo mismo.
Ello frustró a los organizadores del evento que buscaban el pronóstico de un mundo más “coherente y sostenible” en el que podrían exhortar a las corporaciones a rediseñar un capitalismo de beneficio para “todas las partes” y no simplemente buscar ganancias. Bueno, eso no está a la vista aún.