Visión macroscópica

Visión macroscópica

Un amigo que tiene la cortesía de seguir mis escritos, me sugirió que escribiera sobre el país, su situación y perspectivas. Temas como esos son tentadores, los he tratado desde 1964-68 y luego a partir de 1972, con interrupciones. Sin embargo, son muy complejos y controversiales, no obstante, veré si puedo situar la RD a partir del cristal como la veo. La actualidad dominicana es, obviamente, el resultado de años y responde a la secuencia de gobiernos e intereses que hemos tenido y tenemos.

Gente que hace opinión, tanto aquí como en el exterior, han descubierto el rico jardín en que se ha convertido Singapur. La pujanza económica de Taiwán y de Corea del Sur brillan con tal fulgor que se diría: son actos de magias. En realidad, no han habido magias sino dictaduras y mucho trabajo. Formosa fue ocupada por Shan Kai Shek cuando perdió de Mao en 1949, Corea del Sur gobernada primero por Syngman Rhee, vino a tener verdaderas elecciones en 1987, ambos recibieron copiosa ayuda estadounidense; Lee Kuan Yew compró Singapur, un pedacito de tierra al sur de Malasia en 1965 y se propuso gobernarlo con mano dura. Ni Shan, ni Rhee, ni Lee eran angelitos demócratas; quien está dispuesto a dar 10 varapalos al que escupa en una acera de Singapur: podrá adivinar alguien cuántos cayeron en la cárcel o desaparecieron. Se ha dicho y escrito que la RD, a la muerte de Trujillo, década de los sesenta, tenía una economía mayor que ellos. Si aceptamos esas realidades como referentes, debemos concluir que una dictadura es más eficaz para la economía que la democracia, ¿cuánto duran las buenas acciones de una dictadura?

La RD ha soportado varias dictaduras, la última dejó el país organizado, sin deudas, con una administración pública eficiente, los salarios cubrían las necesidades diarias. ¿Cómo nos quedamos atrás de Taiwán, Corea y Singapur, qué ha sucedido? Eliminado el dictador, nos convencimos de que todo lo que hizo fue horrible, hoy consideramos vergonzoso y reaccionario mencionar o retomar alguna de sus acciones; no deslindamos lo económico de lo político, ni lo malo de lo bueno, desbaratamos aquella organización y destruimos la riqueza que dejó en el país. Muy distinto a Taiwán, Corea y Singapur que construyen sobre lo que dejaron sus dictadores.

Nuestra democracia, afirman analistas y politólogos, es “imperfecta”; quién sabe lo que eso quiere decir. En una democracia no se hace todo lo que ordena el presidente, observemos la democracia por excelencia. Washington, los casi ocho años del presidente Barack Obama pueden ser resumidos en confrontaciones continuas con los republicanos, al punto que hicieron saltar al presidente de la Cámara de Diputados, John Boehner, a pesar de su dura posición frente al Gobierno. Cierto, no tiene que ser así.
Los dominicanos nos hemos “embriagado” de democracia y la hemos distorsionado, convirtiéndola en un desorden. Si el lector conduce un carro, trasladarse dos esquinas es suficiente para convencerlo: coches a vía contraria, doblando en U donde interrumpen a todos, exhibición de una bravuconería y mala educación como una gracia, transporte público sublevado y un largo etcétera. Desde luego, el desorden no se limita al tráfico de vehículos, es como la mala yerba que se extiende en todas direcciones.

¿Después del desorden, qué viene?
En el mundo moderno, existen solamente dos sistemas de gobierno: dictadura y democracia con variaciones sutiles o groseras. Si no se impone la serenidad de la Ley con su paciente firmeza, es imposible corregir el rumbo que llevamos. Meditemos sobre estos asuntos sinceramente.

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