Visita a una necrópolis

Visita a una necrópolis

Siempre que paso por Paris, trato de detenerme unos días para emular aquellos años de estudiante, que pasé en esa monumental ciudad. Por eso, retornando de África con mi hijo Osmany, le dije, nos vamos a quedar unos días y te enseñaré lugares interesantes que solo alguien que vivió bastante tiempo en una ciudad, puede mostrarte.
Caminando por la Rue Delambre del Barrio Montparnasse, llegamos al boulevard Edgar Quinet y le narré lo que me aconteció mi primer día en esa ciudad. Había hecho una cita en esa intersección con mi amigo Andrés Avelino que ya tenía unos años, no solo en la ciudad, sino que vivía en un apartamento contiguo al Cementerio de Montparnasse. Allí Andresito me solicitaba que le detallara la situación del país después de la eliminación de Trujillo, apenas hacía cuatro meses.
Se iniciaba el otoño y ya hacía un poco de frío, por lo cual estaba recostado en la pared de la farmacia que se encontraba en el cruce de las calles. Él gesticulaba de espaldas, cuando de repente se presentó una furgoneta desde donde descendieron dos gendarmes de los denominados CNRS metralleta en mano. Enseguida vociferan: “levez les mains”. Como no hablaba francés, me quedé con las manos en los bolsillos, cuando Andresito con los ojos desorbitados me grita: “levanta las manos que te van a matar”. Súbito las puse en alto. Entonces los gendarmes piden los documentos de identificación. A instancias del pintor Luichi Martínez Richiez, quien vivía en el mismo hotel que inicialmente me hospedé, había dejado mi pasaporte en la habitación, ya que según él, como había un toque de queda para los argelinos después de las 8 de la noche, ellos atracaban a ciudadanos de otros países para robarles sus documentos y poder salir a poner las bombas plásticas que a cada rato estallaban en Paris.
A duras penas pudo Andresito convencer a los policías de que había llegado ese mismo día y había dejado mis documentos en el hotel. Gracias a su pasaporte oficial, nos dejaron marchar sin meterme en la “perrera” como era la intención de esos agresivos y abusadores gendarmes.
Días después, me llevó Andresito al Cementerio contiguo a su vivienda en donde me mostró la tumba de María Montez, la actriz dominicana que conquistó Hollywood en los años 40. En este viaje penetré con mi hijo con la intención de buscar el lugar del descanso eterno de la denominada “Reina del Technicolor”. Buscamos su panteón y no obstante tener un mapa que presta el celador con la ubicación de las personas enterradas, mi hijo estuvo escudriñando más de media hora, hasta que me decidí a buscarlo. Sorpresa me llevé ante el espectáculo que vi. En una losa toda derruida y sucia se lee: “María África Aumont” y un poco más abajo en letras minúsculas: “María Montez”. Ante la cruz, una fotografía en blanco y negro de su hija María “Tina” Aumont, fallecida el 28 de octubre de 2006.
Antes de referirnos a las ilustres personalidades que están enterradas en ese camposanto, hacemos énfasis en el panteón en pésimo estado de conservación de María Montez y su hija. El esposo de la diva lo fue Jean Pierre Aumont, un mediocre actor de cine francés, que al parecer tenía cierta envidia del éxito de su consorte y por eso, como se acostumbra en ese cementerio, no edificó un mausoleo como se les construyó a otras personalidades menos importantes que ella.
Reposan en este jardín cementerio: escritores latinoamericanos: César Vallejo (peruano); Julio Cortázar (argentino); Carlos Fuentes (mexicano); además franceses: Margarite Duras, Charles Baudelaire, Guy de Maupassant, Jean-Paul Sartre y Simmone de Beauvoir. Otros, Pierre Larousse, André Citroën, Charles Garnier, Edgar Quinet, Jacques Chirac, René Capitant, Samuel Beckett, Alfred Dreyfus (Affaire Dreyfus), Porfirio Díaz, exdictador mexicano, quien no obstante haber fallecido en 1915, increíblemente su mausoleo tiene flores frescas y según mi hijo, en el interior está lleno de dinero en metálico y billetes de banco. Hace tiempo un grupo grande de mexicanos piden su repatriación.
El día 7 de septiembre del mes pasado, la señora Margarita Vicens de Morales, compueblana y fiel admiradora de María Montez, escribió un artículo intitulado: “María Montez, la historia que generó el mito”, destacando sus inmensas cualidades como artista. Anteriormente había sugerido que se le construyera un museo en la Patria que la vio nacer.
De nuestra parte vamos a proponer, que el humilde y abandonado mausoleo, con los auspicios de la señora Rosa Hernández de Grullón, embajadora dominicana en Francia y esposa del presidente del Banco Popular Dominicano, Manuel Alejandro Grullón, inicie la construcción de una edificación cónsona con su importancia en mármol de carrara y con una cruz en la que figuren fotografías de ella y su hija. Además, que su nombre sea reivindicado como MARÍA MONTEZ y para no olvidar su matrimonio, en letras pequeñas, María África Aumont como aparece ahora.

En este camposanto hay un gran número de judíos enterrados que fueron asesinados en los tiempos que los nazis ocuparon Paris. Además, muchos mausoleos tienen destacadas esculturas realizadas por artistas tan famosos como, Auguste Rodin, Jules Franceschi y Jean Boucher.

Colofón: Esperamos que tanto la señora Rosa Hernández de Grullón, como Margarita Vicens de Morales, respalden nuestra sugerencia para reivindicar la primera dominicana que alcanzó fama mundial, por lo cual se le denominó la Reina del Technicolor.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas