El juego es una necesidad y un derecho para la población infantil. Los derechos y necesidades de la infancia en nuestro país son invisibles para las comunidades y las políticas públicas.
Los niños y las niñas de los sectores pobres crean sus propios juguetes que fabrican con medias viejas, palos, ruedas viejas, latas o con la vitilla que consiguen de la tapa de un botellón de agua para jugar en las esquinas y en las calles de sus comunidades.
El juego de vitilla junto al juego del muñeco son los juegos más populares y frecuentes en las calles de los barrios y pueblos. La ausencia de patios, canchas, parques y áreas verdes empujan a la población infantil a ocupar las calles, cañadas y callejones para jugar y divertirse.
En las cañadas aun cuando corren toneladas de aguas negras contaminadas con hedor y podredumbre, los niños y las niñas juegan siendo la costumbre y la necesidad de jugar más poderosa que el fuerte olor, no hay otro lugar.
Sus viviendas son estrechas dos cuartos o un cuarto donde se duerme, se come, se lava la ropa y se cocina. El hacinamiento los empuja a salir a los callejones, cañadas y calles corriendo grandes riesgos de: contagio de enfermedades, accidentes y abusos.
Es muy distinta la situación que vive la población infantil de estratos medios y altos que pudiendo jugar en sus grandes patios, jardines y áreas verdes, no lo hacen. No juegan vitilla, ni al muñeco, ni al topao, ni a la latica. La práctica de sobreprotección que mantienen muchos padres/madres y la proliferación de juegos electrónicos los encierra gran parte del día.
Los altos costos que pagan padres/madres en estratos medios-altos por los juegos electrónicos pueden cubrir los juegos de 40 a 100 niños y niñas de un barrio. Si cada padre/madre en vez de pagar 10,000– 20,000 por un juego electrónico de su hijo/hija le comprara un juego educativo, desarrollará sus destrezas cognitivas, pagaría menos del 10% de lo que le cuesta el juego electrónico y el resto lo pudiera invertir ¿Por qué no? en comprarle a más de 40 niños y niñas de los barrios marginados y comunidades rurales juegos a los que no tienen acceso.
Mucha gente afirma que los juegos creativos de niños y niñas han desaparecido, no es así. En barrios y comunidades, los grandes apagones han incrementado y fortalecido los juegos creativos y la ocupación de calles, callejones y cañadas para el juego. La creatividad en la población infantil de los sectores pobres no se ha perdido, se mantiene porque la necesidad de jugar la ha impuesto.